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11/12/2003 |
Escopetazo en la madrugada Asesinan a una persona Enrique Espíndola recibió la perdigonada en la cara. En su boca un pequeño cartón determino el calibre del arma. El misterio: todos sabían que había muerto y nadie fue a hacer la denuncia. |
En la madrugada del domingo, una persona fue asesinada en la puerta de su vivienda con un tiro de escopeta que impactó en pleno rostro y lo mató en forma instantánea. El fallecido fue identificado como Enrique Luján Espíndola Según pudimos determinar, el asesino disparó a matar En la esquina de 21 y 60 (un lugar muy desolado) el panorama geográfico es el siguiente. En el lugar existen dos casas, separadas por la calle 21. En la vivienda de la víctima, hay dos puertas que tienen un farol situado al medio de ambas aberturas. El mismo estaba encendido. Los pesquisas tienen dos hipótesis de que manera habría ocurrido el ataque mortal. La primera es que el agresor llama a la puerta y Espindola se asoma para ver de quien se trata, recibiendo de sorpresa el disparo fatal. La segunda hipótesis es que el agresor venía siguiendo a la víctima y cuando abrió la puerta de la casa para ingresar, lo llamaron, la víctima se dio vuelta y el asesino le disparó. En cualquiera de las dos hipótesis algo esta claro: El homicida venía enfurecido y decidido a disparar y matar a Espíndola. El victimario, según las primeras pericias, efectúo el disparo a más de 50 centímetros de Espíndola. Los peritos estiman que por la “abertura” de la perdigonada (30 centímetros de diámetro) el disparo se efectúo entre ochenta centímetros y un metro. En este sentido, las pericias realizadas indican que la perdigonada fue horizontal y con ángulo de ingreso aproximado de 30 grados. El victimario se puso ligeramente de costado a la puerta donde ingresaba o salía el ahora muerto. En algo no existen dudas el ataque fue sorpresivo, Espíndola fue sorprendido y no habría realizado el característico gesto instintivo de defensa, levantando los brazos para protegerse. La autopsia demuestra ausencia de perdigones en los brazos y antebrazos. En la boca de la víctima, el médico forense Mario Pilotti, encontró un trozo de tapón del cartucho. El elemento sirvió para determinar que el disparo mortal había salido de una escopeta calibre 16. En la tarde del domingo, la justicia ordenó dos allanamientos. En uno de ellos en cercanías de 21 y 55, la policía logró el secuestro de una escopeta del mismo calibre. Los peritos en el arma sospechosa, buscarán huellas dactilares, y se determinará cuando fue disparada por última vez. Por otro lado (es muy improbable) que halla rastros de sangre en el caño y culta, aunque seguramente se realizará la prueba con el denominado luminol. La avanzada pericia permite que aunque las manchas sean limpiadas, se puede encontrar rastros de sangre e incluso saber a quien pertenecen por los modernos análisis de ADN. Se debe acotar, que en las escopetas no se puede realizar las pericias de las marcas dejadas en los proyectiles, porque al ser un disparo directo (cartucho) los perdigones carecen de dex-trogiros derecha o izquierdo. El disparo En la vivienda no faltaron elementos de valor, ni existió desor-den y ningún vecino conocido escucho o observó nada sospechoso. Una pareja que vive enfrente (única casa) declaró que no escucho nada extraño. Un testigo que se domicilia a unos 150 metros, dijo en las declaraciones testimoniales que “habría escuchado un disparo como a las tres de la mañana pero no le prestó atención porque era algo habitual”. Los peritos no hallaron huellas. La copiosa lluvia que cayó en la madrugada del domingo habría jugado a favor del asesino borrando todas las marcas. Una fuente argumentó: “ el peor enemigo para resolver el caso es el silencio de los que pueden hablar”. Sin embargo los trascendidos indican que existen cuatro o cinco sospechosos en la mira policial. Las hipótesis son dos. Una de ellas tiene que ver con algún suceso que Espindola observó y luego contó. La segunda hipótesis sería de tipo sentimental. El misterio El asesino pudo haber disparado el arma a las tres de la mañana. Lo paradójico y notable es que un amigo de la víctima aviso a la policía a las dos de la tarde. Cabe recordar que Espindola se había separado hace algún tiempo y vivía solo. Según este amigo de apellido Ibarra, estando en un boliche se enteró que Espindola estaba muerto. El tema es, avanzada la mañana un sector de la población, sabia de la muerte de Espindola y nadie lo denuncio a la policía. Según se dice el rumor era “ King-Kong esta muerto, pero se murió porque estaba enfermo”. Un caso recordado El disparador de la tragedia fue la ingesta de alcohol. Todo se inició en el bar “Ivanosky” situado en 22 y 54, donde Ramón Ramírez, Manuel “Upa” Aragón, Raúl “Foto” Ferreira y Rubén Espindola, bebieron copiosamente vino con soda compartiendo una amena charla. Una vez cerrado el lugar, se dirigieron a un kiosco a seguir bebiendo. Aragón y Ramírez regresaron a sus viviendas en bicicleta (vivían calle de por medio). En las declaraciones Ferreira regreso a la cuadra donde vivían y se encontró con la tragedia, pidiendo ayuda a los médicos para que auxilien a Aragón. |