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06/11/2003
Turismo aventura

El camino de los comechingones


giaramita07no (13k image)Los colonenses Carlos Cúneo y Néstor Giaramita realizaron una travesía en bicicleta uniendo La Cruz con Villa General Belgrano.


Los indios comechingones habitaban parte de San Luis y se extendían hasta el centro de la provincia de Córdoba.


En la región y con la llegada de los españoles habitaban el lugar 40 mil individuos.

Los comechingones vivían de la caza y la pesca. Los aventureros que se internan en los cerros y montañas, pueden encontrar la marca más duradera que dejaron para la posteridad. Se trata de pequeños agujeros tallados en las grandes piedras y que eran usados como mortero para moler granos que servían a su alimentación.


Los aborígenes se movían constantemente en busca de un mejor hábitat.


Carlos Cúneo, Néstor Giaramita, Diego Civitillo y Silvio Barbieri fueron tras las huellas de los desaparecidos habitantes de esas sierras.

En bicicleta y por caminos enrripiados, y otros que solo eran huellas de animales, lograron realizar la larga travesía de 75 kilómetros.


En el trayecto a Pueblo Escondido, las cuatro bicicletas con sus tripulantes, costearon pircas centenarias (extensiones de piedra de un metro de altura que divide dos extensiones de campo). La leyenda cuenta que muchos comechingones perdieron su vida en las construcciones de estos amontonamientos de piedras que tienen en algunos casos hasta 50 kilómetros de extensión..


Los españoles dividían los terrenos en disputa en base a estas construcciones. Los aborígenes - utilizados como mano de obra barata- debían cargar las piedras en canastas que ponían sobre sus espaldas, debiendo recorrer grandes extensiones para llevarlas a destino. El efecto sobre la población fue devastador y muchos dejaron la vida entre cerros y montañas.


Carlos Cuneo cuenta: «las vistas son espectaculares, en el camino van apareciendo chacras, escuelitas rurales, algún almacén de campo donde nos abastecíamos de los más necesario, cabras de montaña y el pasto duro que parece un mar amarillo infinito».


La primer etapa se completa en la población de Lutti. El caserío se compone de un destacamento policial, una escuela y algunas viviendas.

Un elemento importante es que la alimentación para reponer energía debe ser suculenta. Los ciclistas deben consumir tallarines con salsa de tomates, naranjas, y bananas.

La segunda etapa la realizaron hasta Pinar de los Ríos. Los 15 kilómetros que los separaban de Lutti, los debieron recorrer en gran parte cargando las bicicletas sobre sus espaldas y caminando por la orilla del río.


Al llegar a la localidad de Yacanto Calamuchita nuevamente se encontraron con los caminos de uso vehícular. La última etapa hasta Villa General Belgrano, tiene agotadoras subidas y excelentes descensos, donde las bicicletas desarrollan velocidades máximas asombrosas. La villa con mucha población de origen alemán, cuenta con un clima espléndido, flores, sol y casas pintorescas.


La travesía duró 48 horas de compañerismo, solidaridad, respeto al medio ambiente y la pasión por una aventura dificil de olvidar y que seguramente estarán buscando otros paisajes lejanos.



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