Sería la más alta de la historia

El Estado debe presionar debido a que se evaden 500 millones de dólares anuales. Un ejemplo con un frigorífico que abastecía a carnicerías de Colón.

En muchas bocas de expendio de carnes vacunas (carnicerías) los precios que se brindan al público minorista no se corresponde con la realidad. Los técnicos que estudiaron como se desenvuelve el mercado de la carne vacuna, saben que tiene una sola explicación: la evasión.

En una nota referida a la actual problemática de los canales de comercialización y la competencia desleal en los precios, Colón Doce señalaba que había diversos motivos de competencia desleal y esto se debía específicamente a la falta de presencia del Estado en los controles en puntos de la cadena de comercialización. La falta de una política acorde deja escapar 500 millones de dólares anuales y que van a parar en manos de la “ dos mafias” que históricamente tuvo la comercialización de carne vacuna: “la exportadora” y la “consumera”.

Los vericuetos ilegales para completar semejante evasión son muchos y enumeramos –entre otros- faena en negro, lista de faena y romaneos llenados con animales de categoría menor a lo faenado, falta de redestino en los animales de exportación enviados a consumo.

El ejemplo

Un frigorífico que proveía a nuestra ciudad con medias reses y que pertenece a la empresa Finlar de Villa Constitución cuyo propietario es el ex corredor Oscar Larrauri esta bajo la lupa por procedimientos reñidos con la ley de Carnes que esta en vigencia.

En este sentido un grupo de inspectores de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA) realizó un control de rutina del que surgieron una serie de irregularidades. Como resultado de ello, se determinó la interdicción de varias decenas de animales y medias reses hasta tanto la empresa realice el descargo correspondiente.

El pasado 6 de octubre, una comisión de la citada oficina, que depende de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Ministerio de Economía de la Nación, se constituyó en el frigorífico de Larrauri y llevó a cabo un procedimiento de inspección que se prolongó por casi doce horas. Los trabajos de los funcionarios comenzaron poco antes de las 12 y la firma final del acta se concretó a las 23 de ese mismo día.

Al requerir la documentación de estilo, los inspectores pudieron comprobar que en el libro de Movimiento de Hacienda y Carne figuraban como ingresados una cantidad de vacunos pertenecientes a Finlar pero que de acuerdo al número de tropa correspondiente pertenecerían a otro propietario. También se comprobó que las medias reses y cortes salían de la planta únicamente con remitos y que la facturación correspondiente se realizaba en el domicilio comercial de Finlar, en la ciudad de Granadero Baigorria.

En los remitos no constaría ni el nombre del transportista, número de patente del vehículo, ni tampoco número de certificado sanitario. Estos datos sí figurarían en los romaneos de playa que acompañan a los remitos. Pero lo que más llamó la atención de los inspectores fue la presencia de un total de 60 animales en dos corrales que tenían una diferencia de categoría entre la documentación presentada y los vacunos inspeccionados.

También se produjo una situación similar con 296 medias reses sobre un total de 2.781 halladas, en las que se constataron diferencias de categoría, cuyos detalles obran en la planilla elaborada por los funcionarios. «Siempre buscamos con estas inspecciones evitar lo que todos conocen como una doble faena», sostuvo escuetamente un inspector.

Una vez terminado el procedimiento los funcionarios procedieron a la interdicción de los 60 animales y las 296 medias reses, que luego de ser precintados quedaron, como sucede en estos casos y así lo marca la ley, al cuidado de los propietarios de la empresa hasta tanto se hagan los descargos correspondientes y la Oficina de Control Comercial Agropecuario emita un dictamen sobre el tema.