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05/09/2003
Editorial

La culpa no la tiene el chancho si no quien le da de comer


banner_editorial05 (7k image)Una mirada profunda sobre nuestra aldea nos muestra las grandes virtudes y miserias del ser humano y que irremediablemente están a la vuelta de cada esquina.


En muchos de nosotros existe la capacidad de tener dos verdades absolutas que son tan contradictorias que se vuelven excluyentes entre si.

Un psicólogo – lacaniano o freudiano no importa, porque en este punto coincidirían- nos diría con un dejo de nostalgia: “No pueden existir dos verdades en nuestro razonamiento excluyentes salvó que tengamos un perfil sociológico indefinido, soso y enfermo”. Los ejemplos sobran. En la educación nos rasgamos las vestiduras para que sea pública y podemos salir con carteles a “entregar la vida” para defenderla. Sin embargo no observamos o no queremos observar, que nuestros hijos tienen una cantidad monumental de horas libres por semana que repercute notoriamente en su nivel de conocimiento.

El fenómeno de las horas libres se produce, porque existen malos docentes que aprovechan cualquiera vericueto legal para no cumplir con sus tareas.


En este sentido, el ausentismo en algunos establecimientos locales llega al 20 por ciento. Lo notable, llamativo y casi central es que para llegar a esta cifra (muy alta) el sistema ( donde todos somos colonenses) debe poner en marcha un mecanismo burocrático monumental que nadie denuncia: “Mejor no meterse” se escucha argumentar casi siempre en los largos y chismosos cuchicheos .

Nuestro psicólogo imaginario nos diría, para tratar de hacernos reaccionar: “A que punto has llegado que no te importa que para quedar bien y ser un buen y moderado ciudadano, puedas sacrificar la educación y hipotecar el futuro de tus propios hijos”.


En otro orden, y como otro cruel ejemplo, acusamos a la policía de cometer los más variados y espantosos delitos en muchos casos de “lesa humanidad” y ante cualquier rebrote de la inseguridad, corremos al Concejo Deliberante para exclamar.


“ Hay que darle mayor poder a la policía, así no se puede seguir”. A esta altura nuestro psicólogo pensaría “ Este no tiene remedio” y entraría a buscar las causas de la doble personalidad en un Edipo no resuelto.

Por otro lado, a cada instante hablamos de “grandes” y “necesarios” cambios políticos y de las epopeyas económicas que como pueblo somos capaz de llevar adelante con el acompañamiento de Fidel Castro y Hugo Chavez . Y agregamos con nuestra eficaz verdad que “fulano o mengano ya vivió demasiado de la política y es hora que se retiren porque no sirven y además, afanaron demasiado”.


El tiempo pasa y cuando “nace un fenómeno político para que conduzca el cambio que reclamamos” la mediocridad de nuestro pensamiento nos lleva a argumentar: “ no esta capacitado, porque cuando era chico me puteo”. A esta altura nuestro psicólogo (freudiano) buscaría en nuestros instintos sexuales reprimidos, el porque de tanta tendencia sadomasoquista y encargaría un látigo para la próxima sesión. Así podemos recorrer centenares de ejemplos todos ellos contradictorios.


Lo más triste es que las dos verdades que maneja nuestro enfermo razonamiento, nos paralizó como ciudad, como país y llevó a que finalmente conduzcan nuestro futuro los mediocres ( acá no me hagan dar ejemplos que en Colón sobran). La pregunta es ¿cual será la causa de tantos males? ¿Será que somos así, por la cantidad de horas libres que tuvimos? o ¿Porque irremediablemente estamos perdidos como pueblo?.


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