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| 26/06/2003 |
| Una problemática creciente Quieren echar a las familias que delinquen Las ciudades del interior comienzan a sentir el peso de la inseguridad. El fenómeno de migración interna. |
La agitación social que vivió Arequito tras el crimen de Luis Cignoli se disipó notablemente, pero la sensación de inseguridad sigue marcando a sus pobladores. Uno de los puntos debatidos con más entusiasmo por la gente de esa localidad en una asamblea pública, giraba en torno a desa-lentar la radicación en Arequito de personas ajenas al pueblo. Otro punto incluido allí era darles a los inmigrantes un plazo de 30 días para conseguir trabajo como condición de la admisión. Si no conseguía trabajo se tenían que ir. Pese a que el documento elaborado fue leído y aplaudido en la plaza San Martín los vecinos no quedaron conformes. Son distintos perfiles de un nuevo fenómeno que se esta dando en muchas ciudades y que se llama: inmigración interna. Seguramente Arequito era un ciudad casi pérdida en medio del sur santafesino. Sus habitantes se conocían y además tenía un cerrada trama social y económica. La situación económico social que viven muchas ciudades de provincias pobres hace que sus pobladores salgan en busca de un nuevo horizonte y que se radiquen en condiciones de pobreza extrema en ciudades del interior a primera vista prospera. En esa inmigración muchas veces llegan individuos con frondosos antecedentes policiales que causan en un corto tiempo, un nuevo escenario de inseguridad en las pequeñas localidades y ciudades del interior bonaerense o santafesina. En ese sentido, hace cuatro ediciones señalábamos: “ No es lo mismo ser pobre en el conurbano colonense que en Colón. La familia de desocupados que se radica en nuestra ciudad puede tener acceso al sistema de salud, educación para su hijo, junto a la contención que se brinda en los comedores escolares y particulares y además hasta tienen acceso rápido a la Secretaria de Acción Social”. La discusión que tuvo la ciudad de Arequito también se realizó en Colón. En las reuniones de vecinos en el Concejo Deliberante allá por junio de 2000 y cuando estaba en el tapete la inseguridad en el barrio Mirador del Lago, debido a una familia de apellido Romero, donde más de 20 personas vivían en un solo departamento y que en la mayoría de los casos los más jóvenes estaban comprometidos con diversos robos y hurtos. Algunos vecinos pedían que los echaran de la ciudad. La solución llegó cuando la justicia actúo con el máximo rigor que le permitía la ley, cuando los vecinos denunciaron los ilícitos y la policía se comprometió con la situación que se vivía. En el presente el barrio retomó la tranquilidad con respecto a esta familia que durante mucho tiempo los tuvo a maltraer. En épocas más cercana la misma discusión se observó en varias oportunidades (barrio Rivadavia) y siempre la gente reclamó la expulsión de los delincuentes. Una problemática que comienza a observarse y que deberá seguirse de cerca. |
