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20/06/2003
Historias de mecheras

Como se vive a costa de los comercios


La policía atrapó una banda de mecheros y mecheras provenientes de Rosario. La forma en que actúan y los adelantos “tecnológicos” que tienen.


En un video de un conocido supermercado de nuestra ciudad se puede observar con claridad la metodología que aplican las mecheras profesionales. En este sentido, en un rincón del amplio local, la filmación del video, muestra a una joven de no más de 20 años, muy flaca y vestida con un guardapolvo que utilizan las maestras jardineras. La supuesta docente se dirige al sector donde se encuentra la bodega. El lugar a esa hora era poco transitado. La jefa de la banda –una mujer robusta- llega hasta ella, y rápidamente levanta el delantal de la joven y queda al descubierto que llevaba una faja de las que utilizan las mujeres para reducir la cintura. En la faja colocan a presión seis botellas de un champán francés.


La “mula” se dirigió a la caja –no se le notaba nada- pagó por un paquete de galletitas y se alejó del lugar.


En la apretada faja transportaba un valor de mercado de más de 200 pesos.


Colón


La banda compuesta por dos hombres mayores, dos mujeres y un menor proveniente de Rosario habría actuado por lo menos en cuatro oportunidades. La mujer robusta de nombre María sería la jefa de la banda. En las distintas ocasiones que llegó a nuestra ciudad con fines de robo cambió repetidamente su “look” de peinado e incluso se habría teñido el pelo, pasando por rubio, morocho y castaño.


El “don” de la mujer para convencer a sus potenciales víctimas es muy grande. En una negocio donde venden camperas y que fue visitado por los ilustres rosarinos la banda hizo de las suyas distrayendo a la vendedora.


En el lugar se llevaron varias camperas, pero los notable es que antes de retirarse habían elegido varias prendas de vestir por un valor de l000 pesos. La mechera jefa le señaló que “a la tarde pasaban a buscar la mercadería y que la iban a pagar al contado”. Pero esto no es todo. Lo increíble es que la delincuente rosarina dejo 15 pesos de seña para que no le vendieran la ropa elegida.


En botica


La mercadería que se van a llevar los delincuentes esta perfectamente programada y los cacos no la eligen al azar.


En primer lugar son de rápida colocación en kioscos, venta callejera o vendiéndola casa por casa. La segunda premisa es su valor comercial y por último lo más importante que los delincuentes no sean delatados por las alarmas.


Un desodorante lleva alarma en la tapa de plástico y si se quiere colocar en la zona del envase (sobre metal) la misma queda anulada. Los mecheros y mecheras “tiran” la tapa en cualquier rincón del local y se llevan el envase. La metodología le permite que a la salida no suene la alarma detectora.


También eligen chocolates en barra. La mercadería no tiene alarma porque el papel metálico anula el implemento de seguridad.


En la misma línea se encuentra jugos de frutas, mantecas, caldos etc.


En la gorra


La gente común también se da maña para llevar alimentos de primera línea a la mesa familiar. En algunos supermercados las alarmas colocadas suenan cuando la mercadería pasa por caja registradora a no más de 1,60 metros de altura.


Es la distancia límite de funcionamiento entre el control activador y la alarma colocada en la mercadería.
Un hombre se dio cuenta que este elemento jugaba a su favor e ideo un sistema infalible. El individuo media un metro ochenta e ingresaba al supermercado con una amplia gorra. En el accesorio de la vestimenta colocaba manteca, trozos de carne, jugos etc. Los viajes que realizaba durante la jornada eran varios hasta que finalmente fue atrapado por los lentes de una cámara de video.


Al llegar a la caja registradora, la alarma no funcionaba porque la central que la activa -al medir el individuo uno ochenta de estatura- quedaba fuera de distancia.


Carbón


En una sucursal de supermercado La Anónima cercana a nuestra localidad ocurría un misterioso hecho. En varios lugares apartados del local comercial aparecían periódicamente - por lo menos dos veces por semana- carbón desparramado y el correspondiente envase no podía hallarse.


Los agentes de vigilancia y el propio gerente estuvieron más de un mes para desentrañar el misterio que cada día se profundizaba más, dando pie a diversas versiones.

Un hombre poseedor de una parrilla ingresaba al lugar. Rápidamente y en un changuito levantaba cinco bolsas de carbón además agrega carne, pollos, manteca, quesos etc. Poco después se retiraba a un lugar del local poco transitado y con mucha facilidad abría dos bolsas de carbón derramaba su contenido bajo alguna góndola y procedía a llenarla con los quesos, la carne etc, cerrando el recipiente.


Al llegar a la caja y sabedor que las cajeras evitan tomar las bolsas de carbón porque se ensucian las manos, le mostraba una bolsa de carbón y la empleada facturaba las restantes. El ladrón se retiraba del comercio sin que nadie pudiera descubrir su audaz maniobra.

Chinchulines


En otra ocasión y ya en el orden local, se descubrió a un hombre de unos 30 años que se llevaba matambres vacunos sin pagarlos de un supermercado. Los cortes vacunos “víctimas” de la maniobra eran los empacados en bandejas y colocados en las góndolas de frío especiales. El muchacho llegaba vestido con una campera y solamente una remera por debajo. Siempre “atacaba” a la góndolas con cortes vacunos y depositaba varias bandejitas en el changuito. Acto seguido buscaba un lugar apartado, donde abría la bandeja y al matambre se lo colocaba entre su tórax y abdomen como si fuera una faja.


La misma metodología el joven la usaba para los riquísimos chinhulines que daban varias vueltas por su cintura.


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