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08/05/2003
Acusados de violación

Se suicido un anciano en comisaría


Los pervertidos sexuales tienen un maltrato en los calabozos por parte de sus compañeros. Los casos en Colón y la región.



Un detenido, acusado de violar a su nieta, se suicidó en la Comisaría de Arrecifes. El hecho (grave por si solo) además demuestra la carga emocional y síquica que tienen este tipo de sexópata cuando son conscientes del delito cometido.


En el caso de Arrecifes, el Jefe de la Departamental San Nicolás de la Policía, comisario inspector Luis Alberto Castro confirmó que el último sábado por la noche, en la celda de la seccional Arrecifes donde se encontraba detenido, Jorge Alberto Alvarez, se suicidó ahorcándose con parte de un colchón.


Alvarez había sido detenido hace 20 días y estaba acusado de violar a una de sus nietas, que solamente tenía 7 años de edad.


Lo curioso de este caso es que el fallecido se había entregado solo a la Policía, luego de que se lo señalara como autor de la violación. La crónica indica que la madre de la inocente criatura habría efectuado la denuncia.


Más allá de este hecho puntual, se sabe que los acusados de violación (especialmente de menores) la pasan muy mal en el interior de los calabozos. La noticia del delito que realizaron lo acompaña donde vayan, por más lejos que sea su destino en un penal o calabozo de comisaría. Aunque no haya aparecido en la crónica de los diarios o de las radios demostrando que existe otro tipo de “canal” donde todo se sabe en un calabozo.

Los trascendidos son que los presos aplican una vieja ley que indica que se los debe “tratar como de inferior categoría” a los violadores.


Por lo general son golpeados al ingresar y luego “quebrados” deben “servir” a los demás presos (acusados por robos, asaltos e incluso homicidios). En este sentido, el violador en la jerga de los delincuentes pasa a ser “una sirvienta” y debe “atender” a los demás detenidos, haciendo la comida, limpiando la celda, realizando encargues y “sirviendo a los requerimientos sexuales”. Los violadores pasan a ser ni mas ni menos los esclavos de la celda o pabellón.


En las cárceles se indica que al ingresar un violador como “castigo” a su vez son violados y el maltrato que reciben hasta cumplir su sentencia es denigrante.


Por otro lado, y casi en igual medida son maltratados aquellos que matan a un hermano, un hijo o sus progenitores.


En Colón


En la Comisaría de nuestra ciudad, en los dos últimos años hubo varios sujetos alojados por estar acusados de violación contra menores de edad. Ninguno de ellos pasó su estadía en forma tranquila.
En un momento, estuvieron alojados en los calabozos locales un violador de un niño de 12 años de Pergamino y un violador de nuestra ciudad.


La leyenda cuenta que en un resonado caso en Colón, un menor denunció apremio contra la policía y hubo un mayor de edad que por defenderlo de la agresión resultó detenido y llevado a los calabozos comunes. En la noche que estuvieron detenidos, ambos observaron cuando de madrugada el violador oriundo de Pergamino quería bajo formas violentas que el violador colonense practicara sexo oral con su persona. Por otro lado, en el último caso de la violación de un niño de 11 años ocurrida en el Lago municipal, el sujeto sospechado y ahora en libertad, al no existir suficientes pruebas contra su persona (a pesar de las declaraciones afirmativas de la víctima) la paso muy mal.


Según nuestras fuentes, su presencia fue un permanente problema para las autoridades policiales. Los demás detenidos por distintos delitos lo detestaban y no compartían ni siquiera una conversación. En la primer oportunidad le propinaron un feroz golpiza y obligaron a los uniformados a calmar la situación, pero poco después volvieron a repetir la situación, y esta vez lo lesionaron en una mano, obligando a la atención médica de un traumatólogo.


La policía, ante la imposibilidad de llevar tranquilidad a los calabozos, debió protegerlo poniéndolo solo en los calabozos de los contraventores, pero las amenazas e insultos que habría recibido de parte de los otros detenidos serían escalofriantes.

Los acusados de cualquier ilícito no perdonan algunos delitos y esto también se observa en cualquier calabozo de comisaría.


Las falta de pruebas


En el caso del menor de 11 años violado en el Lago Municipal (como lo comprobó el médico policial) no hubo suficientes pruebas para inculparlo. No es el único caso donde por ser un delito de características privadas es muy difícil de que la justicia reúna las pruebas suficientes para condenarlo como se debe condenar. En nuestra ciudad hubo otros casos y muchos de ellos fueron “cerrados” por falta de méritos. En el medio de este infierno quedaron menores a los cuales fueron obligados a mantener sexo bajo amenaza.


En un caso emblemático un nene de corta edad acusó a un hombre de amenazarlo para mantener sexo oral. A pesar de la denuncia no hubo pruebas y hoy el sujeto camina con entera libertad nuestras calles. Solo basta recordar que en el 2002 se presentaron cuatro casos judiciales en los tribunales, la mayoría de ellos quedó sobreseído.


La pregunta es ¿Para tranquilidad de nuestra comunidad no se deberían cambiar las leyes?


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