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10/04/2003
Escribe Marta Spagnuolo

Cultura: Pergamino da el ejemplo


escr-spagnuolo11 (11k image)Mediante un riguroso concurso de antecedentes y oposición, se acaba de cubrir la Dirección de la Escuela de Bellas Artes de Pergamino.


Del mismo modo se seleccionarán los docentes.


El Director Municipal de Cultura de Pergamino, profesor Juan Carlos Migliaro, ha dispuesto realizar un llamado a concurso de antecedentes y oposición toda vez que deba cubrirse un cargo o una cátedra en la Escuela de Bellas Artes. De acuerdo con las bases, una vez evaluados los antecedentes, los concursantes deben defender su competencia desarrollando por escrito el tema sorteado. Si superan el escrito, pasan a un coloquio frente al jurado. El puntaje obtenido en cada una de las tres instancias se promedia a efectos de la calificación final.


De este modo se procedió el lunes 24 de marzo ppdo. para la asignación del cargo directivo. Ganó el concurso la profesora de Artes Visuales Cristina Torrano, quien de ahora en adelante será la nueva Directora de la Escuela de Bellas Artes de Pergamino. El jurado, multidisciplinario, fue compuesto por Angela Períes de Carreño (Artes Plásticas); María Cristina Ruffini (Ciencias de la Educación); Juan Carlos Migliaro (Música); Noemí Franetovich (Psicopedagogía), y quien esto escribe (Literatura).


Lo ocurrido en Pergamino es un caso testigo de que todavía queda gente que brega por conseguir hacer de la Argentina una nación civilizada. Separar el nombramiento municipal de trabajadores culturales del clientelismo político, el amiguismo y el nepotismo; terminar con el “dedo”, con la resignación a que siempre gane el caballo del comisario, con el axioma de que “el que sabe, sabe, y el que no sabe es jefe”, es una hazaña pergaminense ante la cual no podemos menos que sacarnos el sombrero. Porque esto, que en realidad es lo mínimo que tenemos derecho a pretender los ciudadanos en una sociedad democrática, resulta un hecho asombroso en un país como el nuestro, donde hasta la Justicia penal es una caricatura y la barbarie del caudillismo sigue instalada con renovada fuerza en todos los Poderes del Estado.


Por lo visto, en Pergamino no sólo se puede pretenderlo sino también realizarlo. Se necesitó un Ejecutivo que desconocemos y con cuya filiación política no comulgamos, pero que, en este sentido, se definió por la carta blanca dada a su Director de Cultura para cumplir la misión asignada sin mezclar en ella intereses partidarios. Se necesitó el coraje de Migliaro, pero también la autoridad que le confiere su propia excelencia artística y pedagógica, que no deja margen a la discusión.


En efecto, Juan Carlos Migliaro, Profesor Nacional de Música por la Universidad Nacional de Rosario, especialidad Guitarra, exhibe un currículum más que digno del cargo que ocupa. Iniciado en la guitarra por su propio padre, guitarrista y bandoneonista notable, recibió clases de grandes maestros como Arnaldo Acuña, María A. Funes y Enrique Núñez. Estudio laúd y participó en presentaciones bajo la tutela de profesores de la talla de Miguel Solagna, Cristian Hernández Larguía y Sergio Saminovich. Integró el conjunto Ars Nova y el Pro-Música de Rosario, como laudista, guitarrista y barítono. Con el Pro-Música, realizó giras nacionales e internacionales y grabaciones de música antigua y para niños. En 1989, 1992 y 2002, cumplió giras de conciertos de laúd y guitarra en España, Inglaterra, Holanda, Alemania e Italia.
Creó varios conjuntos de cámara y la Orquesta Camerata Rosario. En Pergamino, la Banda Infantil de la Cooperativa Eléctrica y el Conjunto Primera Música.


Como docente, fue catedrático de Guitarra en la Escuela Nacional y en la Universidad Nacional de Rosario. Actualmente enseña en el Conservatorio Provincial de Pergamino y desde l985 dirige el Coro Polifónico Municipal. En 1999 se lo nombró Director de Cultura. Aunque su repertorio abarca desde música del renacimiento hasta piezas contemporáneas, no deja por ello de difundir la mejor música argentina. Para promover autores nacionales, en 2002 conformó un dúo de flauta y guitarra con la profesora Lorena Barili, y dirige diferentes agrupaciones musicales que, en constante actividad, deleitan al público de Pergamino y otras ciudades de la región.


Resulta inexplicable, pues, que teniendo tan cerca de un artista de tal envergadura, Colón no aproveche a gozarlo cuantas veces por año fuera posible.


Para nuestra triste indigencia cultural, alimentarnos a discreción con música de la buena sería todo un festín. Antes de que este comentario se malinterprete como ofensivo, nos apresuramos a aclarar que no aludimos al sentido antropológico de “cultura” como “todo aquello hecho por el hombre” ni desconocemos el valor de la llamada “cultura popular” en cualquiera de sus manifestaciones. De hecho, la responsable de esta nota dedicó media vida a cultivarla y, ya más cerca del arpa que de la viola, lo sigue haciendo en nuestra Escuela de Bellas Artes, como alumna del joven y destacado bailarín de tango Gonzalo Cuello, del semillero de Roberto y Zulma..


Sólo que aquí empleamos el término restringido a su acepción, tan legítima como la otra, de “alta cultura”: aquella que moviliza el ascenso espiritual e intelectual del ser humano mediante el efecto de sus productos más refinados. Y ni el más fanático colonense podría afirmar, sin provocar la carcajada de sus oyentes, que en nuestra ciudad tenemos oportunidades asiduas de bañarnos en refinamientos que nos desatasquen las neuronas o nos lleven el espíritu por los cielos.


Algunos dicen que Colón “es” así y que la cultura no importa a la hora de votar. Otros recordamos tiempos en que no “era” así y conoció la visita de grandes artistas. En algún momento involucionó y parecería que nos hemos resignado. Sin embargo, no estamos tan seguros de que los contribuyentes sigan aguantando semejante retraso del reloj cultural con respecto a otras ciudades de la zona. La excusa suele ser el costo. La impresión, que en realidad se trata de una subestimación del público. Salvo excepciones, en mayoría gestionadas por entidades no gubernamentales, se lo considera apto para apreciar chabacanerías de consumo masivo que cuestan una fortuna pero inepto para estimar la verdadera calidad artística.


¿Cuánto puede costar, por ejemplo, un dúo lírico sublime, acompañado por un pianista, procedente de la compañía operística del Avenida de Buenos Aires, que hace poco arrancó la ovación de una multitud en la Casa de la Cultura de Pergamino? Además, no hay que ir muy lejos para “gestionar”.Tal como tenemos a mano a Migliaro, tenemos también una hija de Colón, Julia Lavatelli, profesora universitaria de teatro en Tandil, experimentada en puestas y dirección de elencos, doctorada en teatro por la Sorbona de París, y, que nosotros sepamos, jamás fue invitada a mostrar algo de todo ese caudal en su propia ciudad. Y así podría continuar la lista de fácil accesibilidad a artistas e intelectuales de los cuales nos vemos privados.


Volviendo al tema que motivó esta nota, quizás esté de más decir que Migliaro considera que el primero en concursar debiera ser el propio Director de Cultura, pues si quien ocupa el cargo no demuestra merecerlo, mal puede exigirles a sus subordinados conocimientos, capacidades y méritos que él mismo no tiene. Claro que para que una decisión como ésta sea válida, es preciso que las autoridades municipales tengan ante la opinión pública la solvencia moral imprescindible para garantizar un jurado absolutamente imparcial, como el que constituyó Migliaro, que trabajó a conciencia y sin presiones de ninguna índole. Porque todos sabemos que el otro dicho popular, ése de “hecha la ley, hecha la trampa”, es una de las lacras más difíciles de erradicar en esta tierra de tramposos, donde ya se ha hecho habitual que el más tahúr es el más gana.


Aunque la noticia provenga de Pergamino, nos ha parecido importante difundirla en nuestra ciudad. Tal vez, conociendo lo aquí informado, el próximo gobierno municipal que Colón consagre por voluntad de las urnas lo considere un ejemplo digno de imitar.


(Puesto que firmo esta nota, creo un deber aclarar que no me interesa ocupar ningún cargo público cultural, docente ni de ninguna otra especie).


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