Este dato no fue pasar desapercibido entre el bombardeo de noticias que a diario sacude a la opinión pública.
La situación constituye un gesto real de desinterés por el flagelo que mata a decenas de niños en toda la Argentina, y que ya comenzó a golpear en la provincia de Buenos Aires. En la última semana dos criaturas murieron por falta de alimentación en nuestra ciudad.
La Provincia intentó tapar todo con los estudios posteriores que se les realizaron a los chiquitos, que demostrarían un cuadro de deshidratación y también muy bajo peso. Los médicos que atendieron a ambos confirmaron que tenían muchos kilos menos que lo normal.
El Municipio también intenta mostrarse ajeno al problema. Un día antes del primer deceso, el intendente Julio Alak, que se postula para su cuarto mandato, declaró a La Plata como ciudad modelo desde el punto de vista alimentario.
Más allá de la polémica que generan las declaraciones tanto de funcionarios municipales como provinciales, hay dos hechos inobjetables: primero, la Provincia cortó las provisiones para las familias con chiquitos desnutridos; segundo, la Comuna podó la ayuda alimentaria a los centros comunitarios ubicados en la periferia de la ciudad, que todos los días le dan de comer a miles de niños.
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