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13/02/2003
Se extienden por todos lados

Delincuentes que hacen el cuento del tío


Un comerciante de Arrecifes, un empresario de San Nicolás y un salteño fueron víctimas de cuentos del tío en Rosario. Un colonense había sido víctima en la Capital Federal.


Los delincuentes aprovechan la codicia de muchos empresarios y de esta forma “ logran atraparlos” en los audaces “cuentos del tío”.


Si usted recibe una “oferta” por herbicidas, agroquímicos, semillas o fertilizantes puede complicar se con la policía porque son de origen ilícito o puede ser víctima de un cuento del tío mayúsculo.


En diciembre de 2002, un colonense con domicilio en cercanías del barrio Las Lilas, “tomo” un dato de un conocido. En la Capital Federal estaban ofreciendo neumáticos a un precio inimaginable.


El empresario llamó por teléfono y fue citado para cerrar el “negocio” a una zona aledaña al camino de cintura en cercanías de la localidad de San Justo, ubicada en el conurbano bonaerense.


El pedido del vendedor era dinero en efectivo. El colonense concurrió al lugar y luego de una larga espera y varios llamados telefónicos, se presentaron varios delincuentes que revólver en mano le llevaron una suma superior a los 10 mil pesos.


En Rosario


Un cuento del tío parecido se repitió ahora en la aduana rosarina. Las víctimas tres empresarios oriundos de San Nicolás, Arrecifes y la provincia de Salta.


La crónica señala que la estafa de que fue víctima un empresario salteño tras ser llevado mediante engaños a la sede de Rosario de la Aduana habría sido perpetrada por una organización dedicada a cometer ese tipo de delitos y que actuaría en la Chicago Argentina desde hace un año.


Bernardo García, un empresario de 54 años oriundo de la ciudad de Metán, terminó despojado de 10.600 dólares con los cuales iba a comprar una partida de agroquímicos que habían sido subastados.


El hombre fue atendido por un supuesto auditor de aduanas y su secretaria, quienes desaparecieron con el dinero. El método de la estafa no es nuevo, ya que hay al menos dos antecedentes de casos similares, que están denunciados en la justicia de instrucción de Rosario y de San Nicolás (un empresario de esa ciudad) y que, a juicio de allegados a la causa, dan cuenta de la existencia de una organización «que goza de impunidad».


El golpe más espectacular de la serie se concretó a mediados del año pasado, cuando un cerealista bonaerense perdió 153.600 pesos a manos de los estafadores tras ser llevado a una trampa en el viejo edificio de la Aduana. La denuncia ingresó en el Juzgado de Instrucción de la 7ª Nominación.


Pantalla insospechable


La presunta organización suele enmascararse detrás de la fachada de supuestas empresas que se dan a conocer a través de internet. «Hacen propaganda por la web e incluso diseñan folletines.


Aparecen como una empresa que se dedica a hacer de intermediaria entre productos de remate en la Aduana y consumidores. Pero el domicilio legal que invocaban resultó ser un lugar inexistente en una calle de tierra de Granadero Baigorria», señaló una fuente que pidió reserva de identidad.

En el caso del cerealista bonaerense, «se suponía que iban a venderle un container de agroquímicos Monsanto que procedía de un remate», argumento que también se utilizó para engañar a Bernardo García, el empresario salteño. La operación comenzó en agosto de 2001 y se tramitó por vía telefónica y por correo electrónico hasta que se acordó una cita en Rosario, el 20 de julio de 2002.


La víctima reside en la localidad de Piedritas, vecina a la ciudad de General Villegas, en el norte bonaerense.


Según la fuente, en el momento del trámite con el cerealista el rostro visible de la organización delictiva era una mujer que decía llamarse Norma Vidal y que era quien realizaba las llamadas telefónicas. El domicilio al que correspondía la línea de teléfono fue ubicado, pero aparentemente en vez de hacer un allanamiento la policía se limitó a constatar que se trataba de una casa sin moradores.

Los delincuentes planearon paso a paso la estafa contra el cerealista. «Lo tentaron con la oportunidad de hacer un muy buen negocio y lo convencieron mostrándole documentación que parecía verdadera pero era falsa: documentos de identidad inexistentes, credenciales de la Aduana, números de CUIT que pertenecían a una persona del norte del país, etcétera. Incluso lograron engañar a un corredor de la ciudad de Buenos Aires, al que el cerealista consultó para que supervisara la operación», según trascendió.

Finalmente, los estafadores dijeron al cerealista que debía ir a Rosario un día antes de cerrar el negocio y alojarse en el Hotel República, donde rentaron una habitación. En la mañana siguiente, a las 7, tenía que presentarse en el edificio viejo de la Aduana, donde lo esperaría un tal Mauricio Tolosa, agente de la Aduana.


El cerealista hizo lo que se le pedía. En la Aduana se encontró con Tolosa, que sería el mismo delincuente que se hizo llamar Juan Carlos Peralta para engañar a Bernardo García. El supuesto agente presentó a su secretaria, quien dijo llamarse Gladys Norma Boix y que también habría participado de la estafa contra el empresario salteño.


La pareja de estafadores recibió el dinero y dijo al cerealista que iban a entregarle el certificado de embarque, ya que los agroquímicos estaban supuestamente en un container. Era la última mentira; acto seguido desaparecieron con el dinero.


El tercer caso denunciado tuvo como damnificado a un empresario de Arrecifes, a quien los estafadores citaron en la Municipalidad de Rosario.


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