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19/12/2002
Escribe Marta Spagnuolo

CableVisión: el castillo kafkiano


escr-spagnuolo-1 (11k image)La escritora colonense aborda uno de los temas más polémicos en la actualidad. La televisión por cable.


Con la misma “frase célebre” con que Roberto Galán terminaba cada uno de sus patéticos programas casamenteros, terminaron nuestros patéticos políticos con la Argentina: “! Se ha formado una pareja!”.


Durante los años más fétidos y más deletéreos para el cuerpo social, contrajeron enlace la famosa “Globalización” y el inescrupuloso “Neoliberarismo”. ( Algo así como el matrimonio entre la Modelo y el Tránsfuga). Ofició de padrino el “Sinvergüencismo” criollo, y en la fiesta danzaron los millones de verdes que, terminado el baile, partieron para el extranjero.


Los contrayentes se quedaron aquí, administrando el “wash and wear y el tránsito de las coimas, en un ejemplar reparto pampa entre sus sicarios. Mientras, sin olvidar sus deberes conyugales, la pareja se dedica frenéticamente a engendrar y parir un monstruo tras otro, como medio de perpetuarse.


Los horrendos hijos son tan inasibles como los fantasmas, con la diferencia que éstos al menos se dejan ver al bulto, a veces nos hablan y hasta nos escuchan. Los monstruos, en cambio, no tienen voz, ni oído, además de ser invisibles. Sólo sabemos que no hay modo de llegar a ellos, y que estamos a su merced. Su habilidad es tal que, mientras nos tienen convencidos de que vivimos en democracia, han conseguido establecer entre ellos y nosotros una relación amo-esclavo sin parangón con ninguna de las tiranías registradas hasta hoy por la Historia.


Mensualmente nos llegan noticias suyas a través de papeles de dos clases: facturas y/o conminaciones de pago. Su monto no se rige por la oferta y la demanda sino aumenta de un saque, sin explicación racional. Siempre es provisorio, como ominosa la posibilidad de despertarnos mañana con la novedad de que por la noche ha crecido. Los gobiernos municipales tampoco conocen los rostros de los monstruos.


Se comunican con ellos mediante sujetos “llamados “gerentes zonales” o “gerentes comerciales” que hablan en su nombre. Porque, aunque no se ven, los monstruos tienen nombre. Por ejemplo, en Colón, actúa uno que se llama CableVisión, que se ha apoderado de una buena porción de nuestras vidas y del que la mayoría dependemos incondicionalmente. (Si usted quiere una mejor representación de lo que estamos viviendo, lea “El Castillo”, de Kafka).


Monstruosidades


Lo que no tiene nombre es lo que hace el monstruo con nosotros. Mientras otros monstruos parecidos aún están en guerra por el aumento de tarifas con el Gobierno y con la gente que interpone recursos de amparo, hace ya tiempo que CableVisión aumentó su cuota arbitrariamente sin encontrar, por lo visto, ningún impedimento legal. (Y, encima, el muy pillín no actualizó el canon municipal en consonancia con ese aumento).


Acaso podría justificarse si, proporcionalmente, nos hubieran habilitado una nueva cantidad de canales. Ni siquiera eso. Pero allí no para su insaciabilidad. No podemos llenarle la panza ni pagando puntualmente al fin de cada mes. Como sabe que la mayoría cobramos nuestros haberes por mes vencido DESPUÉS del 15, fija el vencimiento ANTES del 15 del mes en curso.


Así puede sustraernos 2 pesos más por “mora” en el pago de lo que todavía no hemos terminado de consumir. ¿Qué otro servicio aplica ese sistema de cobro demencial? No hay nada que hacer; trastornado por su codicia y su poder sin límites, el monstruo padece de megalomanía y de sadismo. Por eso se complace en callarnos a chicotazos. (Perdón; tenía la palabra en la punta de la lengua pero no me salía).


No obstante como todos los monstruos, éste también tiene su rasgo de ternura, ¿Se acuerda de Frankenstein enternecido por un momento viendo a la nenita que cortaba flores? Bueno, si usted paga antes del 15, CableVisión se enternece y le regala un reloj, una remera o una miniradio. ¿Usted vio las remeras y los relojes? (Por las miniradios no le pregunto porque son tan “mini” que apenas podría verlas un lince. Pero lleve una lupa y se convencerá de que, existir, existen).


Ahora, si los vio, antes de tentarse con los “regalos”, saque la cuenta. No sea cosa que después compruebe que con lo que se ahorró por cumplidor habría podido comprarse dos preciosuras como ésas y, encima de divertirse con la pichincha, traer el vuelto.


Necesidad e impotencia


El inaudito abuso, que también sufren Rojas y Arrecifes debido al monopolio de CableVisión, lo conocemos todos. ¿Pero qué podemos hacer nosotros contra el monstruo? Según nota de COLON DOCE, con volanta “Rebelión en la granja” (8/11/ 02), tanto en Colón como en Arrecifes solicitaron al monstruo, como alternativa, “un paquete más reducido de canales de menor valor”.


La propuesta, sin duda humanitaria, contemplaba, por ejemplo, que la mayoría de jubilados no pueden destinar un cuarto o un tercio de su miserable ingreso para pagar el cable. Puesto que fue desoída, Colón pone ahora la esperanza en ver sólo tres canales ¡tres! mediante una antena de retransmisión.


Como sea, cualquiera de las dos alternativas hace hervir la sangre. ¿Será posible que a los argentinos nos hayan quebrado hasta el punto de llevarnos a considerar un logro conseguir dos clases de televisión, la “normal” y la televisión de la pobreza?. La nota también informaba que, como último recurso, “los arrecifeños comenzaron una campaña de 1500 desconexiones” y “ya llevan 700 usuarios” que las han pedido. Su fortaleza es respetable, pero muy difícil de imitar.


No todos somos capaces del acto heroico de desabonarnos en masa. Aparte del hecho de que mirar televisión no es tan vital como comer, se escuchan varios argumentos según los cuales “podríamos” prescindir de ella. A partir de frases hechas como “caja boba” y “ TV basura”, muchos aseguran que después de todo sería preferible no tenerla y ocupar el tiempo que nos quita en leer un buen libro, escuchar buena música, informarnos mediante un buen diario o navegar por Internet.


Pero toda esta argumentación tiene un olor pseudointelectual que apesta. Ninguno de los que se declaran tan terminantes, aunque sus preferencias sean ciertas, dejan de mirarse su noticiero, su telenovela, sus películas de la noche, su “Utilísima”, su programa político, deportivo, musical, literario, rural, etc. Por más sandeces que digamos, a la mayoría ni se nos pasa por la cabeza desabonarnos, si todavía logramos pagar. Lo cual no es pecado sino sentido común.


Quien no acepte que, en el medio y el tiempo en que vivimos, la TV es una necesidad casi tan primaria como comer, tal vez debería revisar ese concepto. Está tan incorporada a nuestra vida diaria como nuestro trabajo, nuestra mesa, nuestra cama o nuestra mascota. Mucha gente, por angustia anímica, vejez, postración física, etc., la necesita tanto para su salud mental como el pan de cada día. Aunque criticable, ofrece un margen de buena calidad, sobre todo en las señales por cable.


Es el único medio AL ALCANCE POPULAR capaz de instruirnos en cosas que ignoramos; conectarnos con el resto del mundo; descubrirnos otros paisajes y otras formas de vida; mostrarnos lo peor y lo mejor del ser humano, con lo cual también nos educa porque nos da la oportunidad de conocer y enjuiciar la cultura en que estamos inmersos.


Por eso, por haberse convertido en un bien de propiedad universal, es del todo inmoral su explotación monopólica. Muchos ignoramos los entresijos por los que ha pasado la propiedad del cable en Colón, y la razón por la cual caímos en esta trampa sin salida.


Pero tuvo que haber un contrato. ¿Qué decía exactamente? ¿Le entregó a CableVisión “superpoderes” para aumentar las tarifas a su antojo sin ningún recaudo legal? ¿Le cedió el monopolio o dejó abierto el terreno a una posible competencia que limitara sus excesos? ¿Quién lo gestionó? ¿Quiénes lo aprobaron? Los que ocupan cargos políticos deben saberlo, y es hora de que nos expliquen, con pelos y señales, cómo nos metieron en este encierro.


Pues lo que sí sabemos todos es que la culpa no la tiene el porcino etc. Claro que no todos podemos dárnoslas de víctimas. Fueron las urnas las que en l995 refrendaron la entrega y el saqueo más espectacular sufridos por país alguno y dieron vía libre al pillaje de propios y extraños.


Pero esto ya sucedió, y, como van las cosas, no parece reversible. Así que el monstruo seguirá comiendo todo lo que se le antoje ordenar. Por lo pronto, sus voceros ya manifestaron que le anda picando el bagre y que, ahora, sólo lo satisfaríamos con un plato mensual de $ 70.


Entretanto, lo único que podemos decirnos los usuarios es lo que asegura Don Quijote que Durandarte le dijo a su primo Montesinos en la cueva donde yacía: “Paciencia y barajar”.


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