Solo debemos tener en cuenta que aunque parezca increíble, de todos los Fenómenos Físicos que se suceden a nuestro alrededor, la Mente humana tan sólo percibe una millonésima parte. En la Argentina del presente. Ilógica. Rebelde. Enojada. Nostálgica. Rara. Tiene un "altar" donde se sientan los gobernantes, mirando al norte vergonzante, lleno de fusiles, muertes y deudas pendientes con la humanidad. Sin embargo, mirando ese "ara" el pueblo argentino, fértil e indomable, ama al sur latinoamericanista, con raíces profundas, abundante follaje y frutos multicolores. En un país lleno de cicatrices en su cuerpo causadas con bayonetas y proyectiles, con un alma surcida a fuerza de traiciones. Nadie duda. Pareciera existir una Cuarta Dimensión. La misma es visible solo a la mirada de nuestros gobernantes y de una porción importante de los opositores. Todo es tapado y escondido al sufriente pueblo por los mercaderes de la información. Ninguno de los gobernantes parece ver las tres dimensiones. En una economía con alta tasas intereses, una apertura indiscriminada de las importaciones, pérdida de competitividad en las exportaciones, con un mundo que cierra sus fronteras para privilegiar el consumo y la producción interna, mientras nosotros caemos en un largo tobogán económico y social de la mano del más salvaje de los capitalismo. En este contexto recesivo, los sueldos no alcanzan y se evaporan de nuestras manos solo pagando los servicios. Pero eso no alcanza. El moñito de este "enredo" es un fenomenal endeudamiento que convertirá en los próximos decenios a futuras generaciones en un sangrado interminable de la inclusión social. El Gobierno parece marchar a contramano de la historia "metido" en una dimensión desconocida que solo algunos ven. Primero era el segundo semestre y la luz al final de túnel. Ahora es la posibilidad de reactivación en el 2018. Ya este modelo lo vivimos. Es un calco de aquel que impuso con pistolas y ametralladoras, el tristemente célebre Alfredo Martínez de Hoz, y donde años después Domingo Felipe Cavallo, con audacia y sin corazón, corrigió y mejoró. Las consecuencias todavía se pueden observar como si una bomba atómica hubiera caído sobre nuestro territorio. Sin embargo en esa dimensión desconocida de funcionarios, educados en exclusivas escuelas y universidades, acostumbrados a moverse en un cerrado círculo de "elegidos" y donde el pueblo es un ente lejano, difuso y desconocido, todo parece posible. Se puede matar de hambre a los más humildes derramando lágrimas de cocodrillo, como lo hizo Domingo Cavallo en la década del noventa delante de Norma Pla. Esa luchadora que murió sin haber guardado en su bolsillo un misero aumento en diez años que duró ese ciclo económico. En otro sentido, para los argentinos que nos movemos en las tres dimensiones conocidas, la historia es otra. El aumento de la mortalidad infantil da como resultado que miles de chicos ya no podrán amar y ser amados, tener hijos, conocer el mar o simplemente decir papa o mama. Los pibes con menos proteínas ingeridas, con menos presupuesto educativo, ya no tendrán igualdad de oportunidades y estarán destinados a una muerte en vida y a un caminar sin destino cierto, llevados por vientos soplados desde un capitalismo salvaje que no conoce límites a su "hambre feroz" de dinero.. El propio Papa Francisco instó a rebelarse contra un sistema económico que gobierna con el "látigo del miedo y de la inequidad" y advirtió sobre "un terrorismo de base que emana del control global del dinero y atenta contra la humanidad entera" y agregó ¿Quién gobierna entonces? El dinero ¿Cómo Gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica social, cultural y militar que engendra más y más violencia en un espiral descendente que parece no acabar más". Solo existe una certeza. Si los gobernantes no regresan a las tres dimensiones conocidas, y se siguen vi-viendo en la dimensión des-conocida soplaran vientos de violencia social y eso nadie lo quiere. *Periodista. Agrónomo General, Técnico en Administración de Empresas.
Padre Nuestro Latinoamericano por Mario Benedetti
Padre nuestro que estás en los cielos con las golondrinas y los misiles quiero que vuelvas antes de que olvides cómo se llega al sur de Río Grande Padre nuestro que estás en el exilio, casi nunca te acuerdas de los míos de todos modos dondequiera que estés santificado sea tu nombre, no quienes santifican en tu nombre cerrando un ojo para no ver las uñas sucias de la miseria, en agosto de mil novecientos sesenta ya no sirve pedirte, venga a nos el tu reino porque tu reino también está aquí abajo metido en los rencores y en el miedo en las vacilaciones y en la mugre en la desilusión y en la modorra en esta ansia de verte pese a todo cuando hablaste del rico la aguja y el camello, y te votamos todos por unanimidad para la Gloria, también alzó su mano el indio silencioso que te respetaba pero se resistía a pensar hágase tu voluntad, sin embargo una vez cada tanto tu voluntad se mezcla con la mía la domina, la enciende, la duplica más arduo es conocer cuál es mi voluntad cuándo creo de veras lo que digo creer así en tu omniprescencia como en mi soledad así en la tierra como en el cielo siempre, estaré más seguro de la tierra que piso que del cielo intratable que me ignora pero quién sabe, no voy a decidir que tu poder se haga o se deshaga tu voluntad igual se está haciendo en el viento en el Ande de nieve, en el pájaro que fecunda a la pájara en los cancilleres que murmullan yes sir en cada mano que se convierte en puño claro no estoy seguro si me gusta el estilo que tu voluntad elige para hacerse lo digo con irreverencia y gratitud dos emblemas que pronto serán la misma cosa o digo sobre todo pensando en el pan nuestro de cada día y de cada pedacito de día ayer nos lo quitaste, dánosle hoy o al menos el derecho de darnos nuestro pan no sólo el que era símbolo de Algo sino el de miga y cáscara el pan nuestro ya que nos queda pocas esperanzas y deudas perdónanos si puedes nuestras deudas pero no nos perdones la esperanza no nos perdones nunca nuestros créditos a más tardar mañana saldremos a cobrar a los fallutos tangibles y sonrientes forajidos a los que tienen garras para el arpa y un panamericano temblor con que se enjugan la última escupida que cuelga de su rostro poco importa que nuestros acreedores perdonen así como nosotros una vez por error perdonamos a nuestros deudores todavía nos deben como un siglo de insomnios y garrote como tres mil kilómetros de injurias como veinte medallas a Somoza como una sola Guatemala muerta no nos dejes caer en la tentación de olvidar o vender este pasado o arrendar una sola hectárea de su olvido ahora que es la hora de saber quiénes somos y han de cruzar el río el dólar y su amor contrarrembolso arráncanos del alma el último mendigo y líbranos de todo mal de conciencia amén.
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