El 9 de noviembre es un día que marcó hitos en la historia de la humanidad. Hace 27 años se caía el muro de Berlín. Un paredón que dividió Berlín en dos partes durante 28 años, separando a familias y amigos. Acompañando al muro, se creó la llamada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera por la que circulaban constantemente vehículos militares, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día. Tratar de escapar era una misión imposible. Cientos de personas murieron en el intento. Dos países distintos, dos cosmovisiones del mundo diferentes. La RDA (República Democrática Alemana) denominaba al muro, así como a las fronteras que la separaban de la RFA (República Federal de Alemania), "Muros de protección antifascista" que protegían a la RDA contra "la inmigración, la infiltración, el espionaje, el sabotaje, el contrabando, las ventas y la agresión de los occidentales". Un 9 de noviembre de 2016 Donald Trump se convertía en el presidente de Estados Unidos, un excéntrico y ególatra magnate, misógino y xenófobo. Por eso es un hito esta fecha. Ganó un hombre que prometió construir un muro en la frontera con México, que declaró que podía dispararle a la gente en la Quinta Avenida y no perdería ni un solo voto. Que dijo sin tapujo "Ya sabes, da igual lo que los medios escriban mientras tengas junto a ti un 'trasero' joven y bonito" mientras agregaba que la persona que definió a las mujeres como el "sexo débil" o "era idiota o estaba bromeando". "He visto a las mujeres manipular a un hombre sólo moviendo sus ojos… u otra parte del cuerpo". Y fue más lejos de los límites de lo tolerable: a través de su cuenta de Twitter aseguró que si Hillary no puede satisfacer a su esposo, "¿cómo pretende satisfacer a Estados Unidos?". Y si cree que no hay algo que pueda ser peor, declaró que uno de los momentos del cine que más le emociona es cuando en Pulp Fiction uno de los personajes obliga a otro a callar a su mujer a punta de pistola. 16 años antes, Los Simpson, serie estadounidense de comedia, sátira de la sociedad estadounidense lo predijeron. Corría el año 2000 cuando en el capítulo "Bart to the Future" de la temporada 11, Bart contempla lo que sucederá dentro de 30 años: mientras él es un perdedor, su hermana Lisa llega a la Casa Blanca para enmendar la desastrosa gestión de su predecesor, que resulta ser Donald Trump. La popularidad del candidato presidencial estadounidense Donald Trump se debe al "miedo" y es el resultado de una "sociedad quebrada" por el neoliberalismo, aseguró el célebre politólogo Noam Chomsky quien explicó que "las personas se sienten aisladas, desamparadas y víctimas de fuerzas más poderosas, a las que no entienden ni pueden influenciar" Mi corazón, como el de muchos latinoamericanos, volvió a entristecerse. Una nueva batalla perdida en la búsqueda de un mundo más equitativo. Sinceramente no me sorprendió. Lo comente hace meses con un grupo de compañeros, quienes decían que era imposible que ganara, pero yo no lo dudaba. No fue un batacazo para mí. Hace rato que vengo pensando que en el mundo se respiran aires de cambio perjudiciales al alma. Este año fueron muchas las muestras de que el planeta retrocede a pasos agigantados. ¿Quién iba a predecir que Gran Bretaña iba a separarse de la Unión Europea? Que un país como Colombia votaría por un NO al acuerdo de paz con las FARC que pondría fin a medio siglo de guerra civil. Sera que quieren poner en practica la "teoría del fin de la historia" de Francis Fukuyama? Pero porque los ciudadanos están sufriendo lo que denominaría como "síndrome del votante alienado". Son múltiples las causas: este ciudadano que sufraga sufre con su candidato una forma posmoderna de síndrome de Estocolmo del voto: una reacción psicológica en la que la víctima, desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo, con quien la ha dañado física y/o psicológicamente. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del agresor. En su libro "Amor perfecto, relaciones imperfectas" John Welwood indica que los niños enfrentan su indefensión, su dolor, y su impotencia cuando no se sienten amados a través de un mecanismo psicológico de defensa llamado "identificación con el agresor" Esto implica identificarse con el que en este caso es más poderoso y piensa "si puedo ser como él, estaré más seguro". Esta estrategia psicológica es manipulada por el marketing y los medios de comunicación masiva por parte de quienes detentan el poder de una derecha ultraconservadora y neoliberal. Así prometen orden, seguridad, patriotismo (que viene de la palabra padre) Esta imagen de poder y fortaleza deslumbra a los que se encuentran entre las clases trabajadoras y los más humildes quienes en realidad terminan votando en contra de sus propios intereses, evitando enfrentar sus propios temores. La democracia es para estos empresarios en el medio más eficaz que tienen para legitimar su explotación. Este nuevo votante alienado es fruto de años de fracasos, desilusiones, mesetas económicas. Prima en ellos el egoísmo, la intolerancia, su renuncia a la solidaridad y el descreimiento en la participación popular, en la política como herramienta transformadora. Metabolizaron el odio inculcado hacia su propia clase. Será una tarea muy ardua encontrar el antídoto que logre hacer despertar de este sueño y esta enfermedad posmoderna a este votante que se niega a salir de la Matrix y prefiere el status quo a la posibilidad de vivir en un mundo más ecuánime. Que logren ver la gran obra montada, donde unas pocas manos manejan los títeres que representan el sistema económico, social, cultural de un pueblo. Los demás somos espectadores que no nos atrevemos a cortar los hilos, a cambiar los personajes, a levantarnos e irnos porque esa obra no nos gusta, no nos representa, nos hace daño. El escritor Joe Bageant narró en un libro excepcional (Crónicas de la América profunda): "Cientos de ciudades pequeñas de Estados Unidos están habitadas por trabajadores blancos que nunca viajaron, guardan un arma en la casa y votan siempre al Partido Republicano. Las vidas de esos norteamericanos se encuentran signadas porque están dispuestos a matar y morir por la imagen de un país construida en la televisión y en las lecciones patrioteras aprendidas en la escuela". Nos han colonizado cultural-mente en pleno siglo XXI, la ilusión de un "cambio" mágico, de un "sueño americano" hechizaron a este votante alienado que camina con los ojos vendados hacia su propio abismo. Marx explicaba que el capitalismo era como un aprendiz de brujo, porque desataba fuerzas que después no sabía cómo controlar. Hoy estamos quizás en ese estadio. Pero no podemos permitir seguir durmiendo esta pesadilla injusta. Porque si tardamos en reaccionar y despertarnos nuestros hijos ya no tendrán futuro y se encontrarán con un mundo totalmente polarizado, donde los ricos y los pobres estén separados por la famosa "grieta" que ahora se hace cada vez más gigante. Muchos argentinos se encuentran preocupados y perturbados por un empresario corrupto, de ultraderecha que ganó en el corazón del imperio del mundo pero no se preocupan porque en Argentina, alguien de características similares, en diez meses endeudó al país por cinco generaciones, entre otras graves desgracias económicas y sociales. Tenemos que tomar el control remoto de nuestras mentes, apagar la avasallante maquinaria que los medios de comunicación contaminaron, despertar los sentidos, recuperar nuestro libre pensamiento y la defensa de NUESTROS derechos. Porque no podemos permitirnos retroceder, porque la evolución del ser humano es lo que nos mantiene despiertos y vivos, caminado y luchando hacia la utopía de que somos muchos los que hacemos fuerza para que el mundo al revés vuelva a tener su posición y un lugar que nos cobije a todas y todos. *Licenciada en Comunicación Social
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