El 19 de septiembre pasado, el apoderado de la productora de pollos Qué Rico tuvo que despedirse de un millón de pesos cuando un grupo de ladrones lo asaltó tras bajar de un Honda Civic para depositar la recaudación de la firma en la sucursal del Banco Provincia en General Rodríguez. Los responsables del robo, con el correr de los días, se convirtieron en los ladrones más tristemente célebres de este año: bautizados como "la Banda del Millón", provocaban a policías y a periodistas con amenazas explícitas en videos difundidos a través de la prensa y las redes sociales. Sus máximos jefes cayeron ensangrentados el viernes pasado en un violento enfrentamiento. Qué Rico, por su parte, no es una firma menor, sino uno de los mayores jugadores en el mercado del pollo bonaerense. Cuenta con plantas de incubación, alimento balanceado y una flota propia de transporte. Su central de faenado, de acuerdo a la empresa misma, tiene una capacidad para procesar 8 mil pollos por hora. Hoy, Qué Rico vuelve a ser noticia, pero por los motivos equivocados. Sus tres galpones de cría de gallinas reproductoras en la zona de Guerrico, partido de Pergamino, fueron allanados por la Policía Federal. Las acusaciones: abuso sexual y trabajo infantil. La causa, a cargo del fiscal Nelson Mastorchio, titular de la UFIyJ N°3 del distrito y bajo la firma del juez de Garantías César Solazzi, comenzó a mediados de agosto pasado. "Recibimos una denuncia del Ministerio de Trabajo, que había realizado una inspección en conjunto con delegados de UATRE", asegura Mastorchio. Los principales damnificados tienen 15 y 16 años; el más joven de ellos ya declaró en cámara Gesell El único acusado hasta el momento es el encargado de los galpones que vive en el lugar, de 47 años y empleado en blanco de Qué Rico según registros comerciales. Fue encontrado por Mastorchio, presente en el allanamiento a cargo de la división Trata de Personas de la PFA. El acusado identificado como Aguilar, curiosamente, no quedó detenido: su defensor oficial presentó una eximición de prisión. La explotación laboral quedó en manos de Mastorchio, al ser jefe de una fiscalía especializada. El abuso sexual es investigado por otra dependencia de la zona. El imputado le había ofrecido trabajo a menores de la zona, sin embargo, "las condiciones no eran las adecuadas. Debían manipular agroquímicos sin ningún tipo de protección, desmalezar los terrenos, cargar pollos vivos en los camiones", apunta el fiscal. Su sueldo no estaba plenamente garantizado:el encargado está acusado de amenazarlos con no pagarles o expulsarlos a menos que lo toquen o dejarse tocar por él. "Los abusos habrían ocurrido en las duchas que los empleados debían tomar al entrar y salir de la planta; ahí,el acusado habría aprovechado para espiarlos y tocarlos", asevera Mastorchio. Un joven mayor de edad, de 22 años, también trabajador del lugar, declaró contra el y afirmó que fue víctima de toqueteos bajo extorsión. En el operativo se incautaron un rifle, una vieja revista porno y una memoria de una cámara filmadora que será peritada. Por lo pronto, la sospecha no se agota en el encargado: el fiscal del caso tiene fuertes sospechas sobre el supervisor de la planta de gallinas, un ingeniero agrónomo
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