Pocos días después del Paro Nacional De Mujeres para seguir exigiendo "Ni una Menos" y reivindicar los derechos y la integridad física y psíquica de las mujeres una joven denunciaba públicamente en su Facebook que un sujeto la drogó y violó en su domicilio, mientras dormía. Unos días antes otra joven había sido abusada y "una denuncia anónima" según indica el relato policial permitió que se aprehendiera al agresor. Este acto en la red social trato de ser un pedido de visibilidad ante una sociedad que no reacciona y se mantiene apática frente a aberraciones que pueden sucederle mañana a una hija o una nieta, ante los tiempos de la Justicia que a veces son muy lentos, ante la inercia burocrática… No sería un hecho aislado. En una reunión convocada para tratar el tema y pedir justicia muchas mujeres se animaron a contar más casos que habrían sucedido en nuestra ciudad y que habrían intentado realizar la denuncia pero no fueron "escuchadas" y pasaron a vivir en soledad su infierno, no formando parte de las "estadísticas" ni de un circuito aceitado donde la víctima conozca sus derechos de antemano porque se trabajó en la educación y el empoderamiento de las mismas ni conoce el camino a proseguir por miedo, por ignorancia o por falta de recursos (que no se limitan solo a lo económico) Esta problemática social debe ser prioritaria y revisado sus canales de comunicación, sus protocolos, si esta engranado el circuito como corresponde. No esperemos lamentar más muertes o que la sociedad se hastíe y provoque una pueblada para tomar las medidas correspondientes de quienes son responsables en los distintos organismos. Porque hoy las voces que "no se escuchan" están contando historias de desamparo, desprotección, desconocimiento de sus derechos. Es necesario que sea considerado vital en la agenda de nuestra comunidad para que pueda diseminarse el conocimiento en organizaciones sociales, en instituciones gubernamentales y no gubernamentales, que permita que el sistema hegemónico patriarcal se vaya debilitando, permitiendo una equidad y que sean visibilizados cada caso de violencia sufrida por una mujer y que se intenta "excluir" por conveniencias diversas. Para ello son necesarias urgente políticas públicas coherentes que estén acordes con el escenario social, económico y cultural de la víctima y que no perpetúen estructuras culturales que deslegitiman el reconocimiento de los derechos de la mujer en ámbitos legales, en el trabajo, la educación y la religión. Debemos entender que estas situaciones sociales están atravesadas por subjetividades que se construyen desde lo individual y lo colectivo. Según Lagarde, la subjetividad como la particular concepción del mundo y de la vida del sujeto, está constituida por el conjunto de normas, valores, creencias, lenguajes y formas de aprehender el mundo, conscientes e inconscientes, físicas, intelectuales, afectivas y eróticas y se organiza en torno a formas específicas de percibir, de sentir, de racionalizar, de abstraer y de accionar la realidad. Sería necio negar, y cito a Foucault, que "está instaurado en las venas de las estructuras de poder que rigen la normatividad" la supremacía de lo patriarcal. Investigaciones recientes plantean que la violencia sexual en las mujeres deja un gran sufrimiento emocional que se refleja en sentimientos de tristeza, temor y soledad. Se suma a esto los daños psicológicos que se expresan en miedos, rabias, que pueden mermar la confianza en sí mismas y en los otros. La culpa se convierte en otro importante elemento perturbador. Las mujeres que se "animan" y "denuncian", siendo doblemente valientes al vivir en una ciudad pequeña, que puede transformarse por trascendidos y rumores, en un "infierno grande" son sobrevivientes en un contexto hostil en el cual no poseen garantías por parte del Estado para denunciar estos casos pues les toca seguir compartiendo el mismo escenario con sus agresores. Según Villellas (2010) "esta invisibilidad perpetúa, por un lado la impunidad de los agresores y por otro multiplica los obstáculos a los que debe hacer frente la víctima para superar lo ocurrido, puesto que se restringe el apoyo social con el que puede contar". Nosotras, como mujeres, madres, abuelas, nietas, hijas, vecinas, trabajadores, estudiantes, amas de casa debemos propiciar los avances y cambios necesarios que se traduzcan en prácticas concretas que permitan defender nuestros derechos. Porque si tocan a una nos tocan a todas. No podemos permitir reproducir frases como "algo habrá hecho", "pero porque no se escapó" "Pero se quedó en una discoteca a altas horas de la madrugada, e ingirió bebidas alcohólicas" "usaba minifalda o calza ajustada" Nunca debemos preguntar: "¿Por qué no se lo contaste a alguien?", o poner en duda la mayor o menor honestidad de la víctima, si era promiscua, sus costumbres sexuales, porque esto no atenúa el aberrante delito que sufrió. En algunos casos pueden llegar a ser tratadas como acusadas y sufrir la falta de tacto o la incredulidad de determinados profesionales. Nos encontramos ante prácticas y actitudes hacia las mujeres víctimas de agresiones sexuales inadmisibles que exigen una urgente rectificación. Estas versiones que ganan terreno en los lugares que se frecuentan en la ciudad pueden convertirse en el principal obstáculo para la efectiva denuncia y así somos cómplices colaterales de una monstruosa vejación Debería ser una materia obligatoria interdisciplinar que todas las profesiones que formen parte de la solución o ayuda a las víctimas de violencia puedan tener formación (de carácter obligatorio) en perspectiva de género que permita disminuir el hecho de que a pesar del reconocimiento legal de los derechos de las mujeres, muchos integrantes del Poder Judicial siguen dictando resoluciones cuyo contenido parece desconocerlos. A partir de las preguntas que se formulan a las víctimas, se desprende que quienes aplican el procedimiento legal "sospechan" que ellas han tenido una conducta sexual reprochable antes de que fueran víctimas del delito y si merecen la "protección del Estado", generando veredictos llenos de prejuicios. Por eso las mujeres debemos luchar, para disminuir las condiciones discriminatorias que nos afectan y el impacto que aún tienen las relaciones de poder asimétricas y responden a una política sistemica funcional a la sociedad patriarcal. Debemos ser capaces de lograr que esto no se justifique ni que se naturalice la violencia. No podemos permitir que quienes ocupan cargos públicos cuya principal tarea es defender a la mujer desprotegida se nieguen a creer su historia, la ridiculizan, le nieguen su apoyo o directamente hagan circular rumores para que los individuos se pongan del lado del agresor. Debemos estar comunidadas, no aislarnos en la defensa de nuestros derechos. La comunicación construye poder, genera discursos compartidos, instituye una representación a la que llamamos realidad pero que sabemos que es una construcción social. Como las abuelas de Plaza de Mayo, que no se olvidaron de levantar la bandera de memoria, verdad y justicia en tiempos de amnesia obligatoria, cuando el lema era "Nunca Más", hoy estamos peleando para que no nos maten, no nos maltraten, no seamos víctimas de abuso. Si tocan a una nos tocan a todas. Hoy fue ella, mañana podés ser vos, tu hija, tu nieta, tu vecina, tu amiga. ¿Te vas a quedar en silencio leyendo estas palabras o reflexionamos como solucionar este flagelo que hoy vive nuestra sociedad? *Licenciada en Comunicación Social
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