En pocos segundos, recorrió los diez metros que lo sepa-raba de la Estación Comunal de Policía. Con rostro sombrío ingresó a un pasillo y fue llevado a una oficina cuya ventana da a un patio sobre calle 18. Había que identificarlo. Los agentes sacaron las esposas de sus muñecas y "Corcho", en estas circunstancias comenzaba un trámite habitual. Debía dejar las huellas digitales en una ficha especial y cumplida la requisitoria sería remitida al Laboratorio de Huella Digital utilizado por la Policía Bona-erense y así quedaría para la Justicia debidamente identificado. El sospechoso observo un antiguo y amplio ventanal de dos hojas y sin rejas exteriores. Sin dudar lo abrió y a pesar de su escasa estatura y su peso, saltó, y ganó el patio interno donde se guardan motos. Con gran rapidez pasó una puerta que da a otro gran patio, donde se estacionan los patrulleros, y autos sin usar o secuestrados y salió por el portón de calle 18. El reloj marcaba las 10.05. La alarma policial se dispuso en forma acelerada. Decenas de agentes policiales comenzaron a "peinar", los patios y techos de cada casa. Siendo las 10.40, el individuo fue encontrado en un patio de una casa en calle 18 y 52. Llamó la atención que temblaba y estaba muy cansado. Se entregó y nuevamente fue llevado a la Estación Comunal donde fue revisado por el médico de policía.
El escape de un asesino
Los escapes en la Comisaría de Colón tiene un importante histo-rial. El último domingo de noviembre de 2003, siendo aproximadamente las 21, tres presos se fugaron . En poco menos de doce meses, era la cuarta fuga de detenidos que se producía de los calabozos locales. En esa ocasión Lucio Díaz (acusado de homicidio), José Juan Mora (acusado de tenencia de armas) y Jacinto Cabrera (acusado de tenencia de armas), limaron pacientemente un barrote del calabozo de contraventores, que había sido edificado hacia pocas semanas. El evadido Díaz está imputado de haber gatillado el arma de fuego y asesinar a Severino Miguel Roces, en el intento de asalto a la carnicería La Unión ubicada en Pinto y Rivadavia de Pergamino. Este sujeto había fue aprehendido en Salto meses después, en la localidad de Salto, luego de un largo raid delictivo comandando una banda Por otro lado, los otros dos sujetos que lo acompañaron de apellido Mora y Cabrera eran piratas del asfalto que habían sido detenidos por personal policial en la localidad de La Violeta, en el marco de un operativo rutinario. Después de la fuga de Colón fueron atrapados en Arrecifes.
La fuga más importante
Uno de los hechos de fuga de calabozos que conmocionó a la ciudad de Colón fue la protagonizada por Jorge Rivas. El individuo archiconocido en el mundo del hampa estaba detenido en el calabozo principal. El cabo de guardia era Roberto Rodriguez (falleció tres años después de depresión y a causa de la falta de trabajo). El Comisario, Leone (Hoy retirado y con domicilio en Pergamino) se encontraba en su despacho. Las versiones son diferentes. Aunque la que tiene más asidero dice que esa tarde un familiar de Jorge Rivas lo visitó, el cabo de guardia revisó las pertenencias que llevaba y constata que no tenía elementos de peligro. Acompaña a la mujer hasta el calabozo, abre la puerta del mismo y luego cierra. Cuando la mujer se retira, el comisario Leone pide que lleven a su despacho al detenido. Rodriguez saca a Rivas esposado y lo traslada a la oficina de su superior. El comisario le pide al cabo de guardia que le saque las esposas. Rodriguez y Leone quedan dialogando. Poco después la puerta se abre y Rodriguez observa que Rivas apunta con arma de fuego a la cabeza al comisario. Salen de la dependencia rumbo a calle 51 (frente del edificio).Rivas habría disparado contra Rodriguez que lo seguía. La bala impacta en la puerta principal. El cabo de guardia se apresta a disparar su nueve milímetros. La versión dice que Leone le pide que no lo haga. Jorge Rivas suelta a su rehén y sube a un vehículo marca Citroen que lo estaba esperando. El cabo Rodriguez es sumariado y dos años después dado de baja de la policía bonaerense.
Más fugas
El 24 de febrero de 2002, tres presos de alta peligrosidad escaparon de los calabozos de Colón. Los presos Roberto Gómez y Edgardo Barreto fueron apresados en Pergamino. El tercero oriundo de Pavón Santa Fe e identificado como Oscar Mansilla meses después fue atrapado. En total se produjeron cinco fugas, aunque todos los presos fueron finalmente atrapados.
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