Editorial por Cynthia Calvigioni
Carta abierta de un desempleado Días de desempleo, días de salir a pelear. Tras un breve bienestar las cosas se ponen mal. Llueve, y el viejo obrero vuelve derrotado al hogar. Sin trabajo se quedó y a su edad otro no habrá. No pensés que vamos a seguir igual. Mirando cómo se va agrandando la brecha social. Días largos y negros hasta la desesperación, Para el pobre tipo aquel, con seis hijos sin comer. Llueve, y el viejo obrero vuelve derrotado otra vez. El viejo se echó a llorar, y me eché a llorar con él. Nos piden que aguantemos un poco más. Días de desempleo. Attaque 77
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Hoy parecía un día cualquiera. Sonó la alarma del teléfono que esta programada, como siempre, a las cinco de la mañana. Me levante taciturno, con ganas de seguir durmiendo. Sentía un nudo en el pecho. Quizás era un presagio de algo. Tomé unos mates amargos. Tapé a mis dos pequeños hijos que dormían en su habitación, los bese, saludé a mi esposa que en un rato se levantaría para comenzar con la rutina diaria. Camino las cuatro cuadras que me separan de la parada de colectivo que me transporta a la empresa donde trabajo hace diez años. El frío es intenso. El viento sopla y una garua intermitente hacen que el día se torne más gris y sombrío. Mis pensamientos retornan al hogar mientras mi caminata se acelera para "entrar en calor". Trato de recordar cuantos años hace que no siento un invierno tan "crudo", con tan bajas temperaturas. Y me preocupa que aún no recibiéramos la última factura de gas. ¿Cómo haremos frente al tarifazo, tan discutido en los últimos meses? Hace solo unos días atrás nos manifestamos con toda la familia en la plaza del barrio, haciendo "ruido" para expresar nuestro repudio a esta penuria que debemos padecer. Pareciera que un "derecho humano" como es calefaccionarse paso a ser un producto de lujo para una familia obrera y de clase humilde. Llego al lugar y calculé bien el horario. A lo lejos veo acercarse el colectivo. Es hora pico. Mucha gente viaja. Aunque en los últimos meses se ha reducido el pasaje. Marco mi tarjeta y trato de sujetarme para no perder la estabilidad en estos minutos que debo viajar parado. Pienso en los motivos de la disminución de gente. Quizás muchos se organizaron para viajar juntos en auto y poner una "vaquita cada uno". Tal vez otros decidieron por los aumentos en los medios de transporte y en los combustibles sacar del patio la "vieja Bicicleta" y además de hacer "ejercicio", poder abaratar un poco los costos que fueron reduciendo nuestro poder adquisitivo en los últimos meses. Quizás muchos no viajen porque en el trayecto un par de fábricas y negocios fueron cerrando en los últimos meses. A veces charlaba con un muchacho de ojos tristes y sonrisa amigable que siempre ocupaba un lugar cerca de mí. Sabía muy poco de su vida. El tiempo que nos daba el viaje para charlar. Se llama José. Subía dos cuadras antes. Hace unos días que no lo veía. La ultima "charla" que tuvimos me expresó su temor a perder su fuente laboral. Trabajaba en una fábrica textil. A principios de año le redujeron y luego quitaron el beneficio de las "horas extras". Finalmente hace un tiempo el stock sobraba para los "mercados" donde vendía la ropa. La apertura de importaciones los había perjudicado y mucho. Y tenía miedo. Si perdía su ingreso de dinero, quien ayudaría a su papa, quien se tenía que jubilar a fin de año pero, al caerse la moratoria que permitía acceder a este beneficio a quienes no llegaban con los años aportados en "blanco" ya que sus patrones les pagaban "en negro" evadiendo leyes laborales e impositivas. Su mama, era un ama de casa que se había podido jubilar el año pasado. Y eso ayudaba con la economía del hogar. Cuando bajo a dos cuadras de mi trabajo ya la lluvia había parado y el cielo parecía que iba a "limpiar". La baja temperatura y el viento no dejaba de sentirse como un golpe en el cuerpo que lograba atravesarlo, como si también lo hiciera con mi alma, que tan desolada se sentía en los últimos días ante las cosas que debía reprogramar en mi vida porque no alcanzaba el magro sueldo que obtenía y que trataba de que alcanzara hasta fin de mes. Porque cada día eliminaba de la lista de gastos lo que pudiera recortar. Pero cada vez quedaban menos ítems para reducir. Y las noticias no eran buenas. Las paritarias se estima que no se volverán a abrir y solo conseguimos un 20% de aumento en abril. Estamos en setiembre y la inflación y el aumento de precios de todo lo necesario para vivir (entre ellos alquiler, alimentos, cooperadora de la escuela, útiles, ropa) había sobrepasado el doble de ese aumento) Apuré nuevamente el paso. Cuando faltaban cien metros para llegar a mi lugar de destino vi gente amontonada en la puerta. Me dio "mala espina". Pensé mil cosas en esos metros que nos separaban. Pero traté de serenar mi mente. Hace muchos años, siendo un joven en los años 90 había pasado por una situación similar. Pero no podía un fantasma del pasado volver al futuro. Trate de espantarlo de mi mente. Al llegar a la puerta me encuentro con mis compañeros de trabajo y el guardia de la empresa que tenía una lista con nombres y apellidos de los empleados. La gente lloraba y estaba exaltada. Los primeros segundos tarde en reaccionar. No entendía que pasaba. No podía ser que estaba sumergido nuevamente en este "deja vu". -Hola, le dije a Sebastián, la persona encargada de la seguridad en la entrada del edificio. Su mirada esquiva me inquieto. -¿Qué está pasando?, pregunté. Sentía que mis palabras brotaban como si estuviera sumergido abajo del agua, en una "realidad", que no parecía ser "real", que aún no había sonado el despertador y solo era una pesadilla. Pero su voz me trajo de regreso. -Oscar, perdón me dijo conmovido, vos sabes que yo no decido sobre esto pero tu nombre no está en la lista y no puedo dejarte pasar, sentenció- y agregó: (a modo de débil explicación que no había pedido porque aún no podía procesar esas palabras en mi mente) -Solo me dijeron que informara que es una "reducción de personal" y que en entre hoy y mañana recibirán el telegrama de despido. La desazón, pesadumbre, congoja, angustia nublaron mi vista. Mis ojos se llenaron de lágrimas, que lentamente comenzaron a rodar por mis mejillas. El rostro de mis hijos y mi mujer apareció en mi mente mientras cerraba los ojos, desesperado buscando una explicación. O quizás tratando de lograr que la pesadilla sea eso y me despierte nuevamente ese día. ¿Qué le diría a ellos? ¿Cómo sostendría mi hogar? ¿Cómo pagaría el alquiler, tendría que volver con mis padres al no poder pagarlo más? Me desplome en la vereda. No recuerdo nada más. Solo cuando reaccioné luego de una hora en el hospital al que me habían trasladado. Tenía una leve esperanza, quizás se habrían equivocado de nombre. Pero si no era yo, era otro compañero. Y nunca sostuve el lema "sálvese quien pueda". Cuando desperté mi familia estaba a mi lado. Mi mujer sostenía mi mano. Entre sollozos les conté, que me habían despedido del trabajo. La dignidad que me había gratificado los últimos años se había esfumado por culpa de una lista y políticas de estado que no favorecía a la clase obrera. Vi las luchas y marchas por televisión. Hablaban de "sensación". Hoy esa "sensación" era un hecho en mi vida que se había fragmentado de repente en mil pedazos. Reconstruirlos llevaría mucho tiempo y esfuerzo. Sé que lo lograré. Porque la lucha colectiva y la tenacidad son parte de mi ser. Pero no puedo dejar de llorar cuando me dejan un rato solo en la habitación. Volvieron los fantasmas, volvió el pasado. Hace unos meses escuché decir a alguien en televisión que "era campaña del miedo". El miedo me invadió hoy y me paralizó porque el futuro inmediato de mi familia es incierto. Hoy escribo las líneas de esta crónica de un día tan doloroso que me tocó vivir. En este momento soy yo. Pero esto no termina aquí ni ahora, si no construimos colectivamente y nos unimos. Mañana podés ser vos que estás leyendo esto. No pienses que no puede pasarte. No sos un "elegido" que está exento de esta triste realidad. Solo te pido por un momento que te pongas en mi lugar, que apagues un rato la televisión y pienses que te sucedería si te tocara vivirlo a vos… *Licenciada en Comunicación Social
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