Los golpes que el martes pasado intercambiaron representantes de los trabajadores profesionales y no profesionales (Sindicato de Salud Pública contra Cicop) en el Hospital San Martín, son el síntoma de una disputa que excede a la realidad del nosocomio: la que libran centrales y gremios que aceptaron el aumento salarial del 15% para el primer semestre de este año y las que los rechazaron, que a su vez se enfrenan con el gobierno.
Que el cierre de las paritarias fue precario lo demuestra la situación de los miles de alumnos afectados por los paros que vienen realizando los porteros de los colegios nucleados en Soeme, una de las organizaciones que junto con ATE, CTA, Judiciales y la mencionada Cicop man-tiene conflictos abiertos con el Gobierno de María Eugenia Vidal, que hasta ahora los minimiza, al asegurar que "arregló" con la mayoría.
La cuestión es que además de los evidentes problemas en las escuelas, la posición del gobierno podría conducir a un tipo de crisis que ya ha vivido la provincia, ya que entre quienes no aceptan el aumento hay gremios con capacidad para paralizar sectores sensibles de la administración central del Estado, además de médicos de hospitales públicos y empleados de los tribunales de todo el territorio.
Vidal parece enfrentar una encerrona difícil en este campo: si no acuerda, se expone a la escalada del conflicto, pero acordar, además de un esfuerzo de financiamiento que ella querría aplicar a otros fines, implicaría dejar mal parados a los gremios que aceptaron su oferta de aumento, como UPCN y Fe-geppba, a un costo no menor para sus dirigentes, que su-frieron -y sufren- no pocos cuestionamientos por haberlo hecho.
Esa tensión no es la única: como pocas veces en los últimos años, las organizaciones están enfrentán-dose entre sí, en un proceso que podría conducir a extremos graves, como lo de-muestran las trompadas en el hospital. El discurso público de un sindicalista médico, que tildó de traidores y corruptos, con nombre y apellido, a pares de UPCN y la CGT que arreglaron con Vidal es otro índice alarmante de cómo están las cosas.
ARMADO EN
CIERNES
Contra ese fondo, y a contrapelo del paciente cultivo de una imagen de gobernante exclusivamente centrada en los problemas inmediatos y concretos que Vidal sigue desarrollando en sus visitas individuales a vecinos, la gobernadora parece haber comenzado a trabajar para ampliar su red de sostén político. Ese tipo de construcción que se edifica a fuerza de lo que el peronismo suele llamar "rosca".
En ese plano, los intendentes, en especial algunos de la oposición, parecen ser interlocutores privilegiados: la propia gobernadora, o algunas de sus espadas políticas, multiplican las fotos con ellos, que se prestan a aparecer pero en general man-tienen la cautela, básicamente porque nadie sabe todavía cómo evolucionará el gobierno de Mauricio Macri y, por lo tanto, cerca de que palenque conviene rascarse.
Hay, con todo, algunos casos notables. Uno es el de Joaquín De La Torre, el alcalde de San Miguel, clave en el armado de Sergio Massa pero ahora decidido a alejarse del tigrense. En su entorno dicen que se refugiará en el distrito y no dará saltos bruscos. Pero se sabe que la Gobernadora lo valora y quiere que ocupe un lugar importante en su red de poder territorial.
Otro caso que parece jugado es el de Ismael Passaglia, el alcalde elegido con la boleta del Frente para la Victoria en San Nicolás, presentado des-de el oficialismo como parte del "equipo" propio. Aunque levantó algunas sonrisas en La Plata la torpe versión de que reemplazaría a una ministra, cerca de la Gobernadora lo dan por pasado a cambio de otro precio: una candidatura en 2017. "Deja al hijo en el municipio", dicen.
OTRAS TENSIONES
Mientras, en la Legislatura, la constitución de las comisiones en ambas cámaras -con el notable caso de la doble comisión de Asuntos Constitucionales y Acuerdos en Senadores- funcionará como antesala del tratamiento de proyectos esenciales para el plan del oficialismo, aunque no logrará disipar la tensión que recorre las bancadas de la oposición, sobre todo en la cámara Alta.
Es que si en Diputados el corrimiento de José Ottavis de la conducción del bloque K permitió que esa bancada aún no se parta, la tensión que se dio en Senadores en torno al armado de las co-misiones dejó en claro que el acuerdo entre el massismo y el Ejecutivo se limita, en sentido estricto, a la cámara Baja, lo que tiene consecuencias incluso al interior del bloque del FR.
Bajo ese prisma se vuelven mucho más comprensibles algunas críticas renovadoras a Vidal y, también, la presencia obligada del propio Sergio Massa en una reunión de los senadores, a la que tuvo que costearse con un objetivo inmediato: bajar la tensión política interna.
Por Andrés Lavaselli
alavaselli@dib.com.ar.
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