La nota según nuestra información estaba escrita en idioma de origen (chino) y decía "último aviso…llamar al teléfono….". Cabe destacar que hace pocas semanas los mismos comercios fueron amenazados dejando una bomba de humo colgada en sus puertas. Con la misma metodología hace una década el supermercado de calle 16 entre 53 y 54, (el primero en instalarse en la ciudad) sufrió un ataque desde un vehículo. En el mismo se trasladaban tres o cuatro personas que arrojaron una bomba de humo, que estalló en el interior del local y los ocupantes que dormían en una pieza ubicada en el 1º piso debieron huir por los fondos del comercio ante el cariz que tomaban los acontecimientos. En el terreno de los mitos reina el supuesto de que los comerciantes chinos deben pagar una cuota mensual a organizaciones mafiosas de compatriotas para poder trabajar.
Mitos y leyendas
Los supermercados chinos en la mayoría de los casos tienen sus rejas o cortinas pintadas de color celeste o azul. Este detalle trivial se ajustaría a identificar con qué organización china local "contribuye" el dueño para poder trabajar. Otros colores usados en los pocos comercios restantes son el verde, el amarillo y el rojo. La elevada preponderancia del celeste se correspondería con la mafia proveniente de la provincia del Sur de China continental llamada Fu Jian, de donde se estima son originarios el 80 % de los inmi-grantes chinos en el mundo. El apriete por protección también es vinculado a otra maniobra urdida por esta predominante organización, consistente en traer ciudadanos chinos al país para finan-ciarlos y establecerles un negocio cobrándoles luego una cuota mensual eterna que muchos estiman nunca baja de los U$S 2.500 mensuales. El otro brazo corresponde a los colores verde y amarillo. Nadie puede invadir la zona donde este delimitado un color.
Ataques en la región
En Junin la penetración de un color en una zona que no correspondía derivó en un fuerte tiroteo en un estacionamiento con un herido de bala. En Pergamino el año pasado arrojaron una bomba de gas lacrimógeno al interior del supermercado chino de Avenida Juan B. Justo al 2.300. El atentado se lo vinculó a un llamado de atención efectuado por miembros de la mafia oriental por alguna disputa comercial o económica entre ciudadanos asiáticos. El dueño de la explotación comercial, un chino de 42 años, denunció que un hombre de 1,50 metros de altura escapó corriendo tras arrojar el dispositivo irritante al interior del local. A los investigadores poli-ciales y judiciales no les aportaron mayores datos que el episodio en sí, sin brindar mayores detalles sobre que habría detrás de ese ataque.
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