Nuestro pueblo pierde a una artista, a una Ciudadana Destacada, a una persona solidaria, alegre, generosa. Sus alumnos a una profesora, una madre, una guía. Roberto, a su entrañable compañera de vida. Colón llora. La milonga está de duelo.
Las semillas que sembró junto a Roberto seguirán floreciendo en cada escenario, en cada pista, en cada lugar del mundo en el que los bailarines del ballet y milongueros de Colón se abracen en un tango; en cada firulete, en cada sacada, en cada barrida, en cada colgada, en esos inigualables jueguitos que enseñó… y que nadie hará con su encanto y gracia.
Nuestro eterno abrazo.
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