Historia Nuestra (Nota 6)
El día que los cascotes volaron en el Tambo 21 por Victor Calvigioni En nuestra región existen dos fenómenos paranormales de envergadura. Uno de ellos aconteció en un camino de tierra a dos kilómetros de la localidad de Pérez Millan. La senda vehicular hace un recodo para enfilar a la Ruta 51, en ese lugar y en un gran lote llenó de árboles, se construyó un gran chalet que fue abandonado en la década del setenta y cuyos habitantes decían que no se podía estar debido a los ruidos (sobre todo a cadenas), y a que los objetos inexplicablemente se corrían de sitio. La vivienda término en una tapera.
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El segundo caso, donde existe una denuncia policial en la Comisaría de Colón y que ocurrió en los meses de primavera de 1964 y que se lo conoce como el "Caso del Tambo 21" se desarrolló en la Estancia Santa Juana. Cabe destacar que se denomina paranormal a aquellos fenómenos que están fuera de lo común, el nombre o el adjetivo utilizado se refiere a ciertos hechos que se presentan como efectos psicológicos, físicos y biológicos, y una vez estudiados no pueden ser explicados por las causas y procesos de las leyes de la física establecida por la ciencia que se ocupan de estos tres campos. Tambo 21
En la actualidad en nuestra ciudad quedan testigos de aquellos trajinados días que recuerdan el caso y que todavía no le encuentran explicación a todo lo acontecido. La historia nos dice que el Tambo 21, situado a 10 kilómetros de casco principal del establecimiento rural, era habitado por la familia de Coco Gómez, el cual se encargaba de ordeñar a mano las 80 vacas raza Holando Argentino que estaban a su cargo. El país y el campo comenzaron a cambiar su fisonomía social y económica. El tambo dejó de funcionar porque económicamente no era viable. Los propietarios dieron la orden que se refaccionara. En el futuro sería utilizado como un puesto con la función de la familia ocupante de vigilar, los alambres, los novillos de engorde, el funcionamiento de los bebederos, -entre otras cosas- Los albañiles comenzaron a trabajar en los arreglos de paredes, pero rápidamente se iniciaron una serie de hechos insólitos. Sobre el techo de chapa de la pequeña vivienda compuesto de una cocina, un pequeño comedor y dos dormitorios, caían cascotes que venían de distintas direcciones e incluso alguno de los trabajadores dijeron que observaron como se "levantaban solos los pedazos de ladrillos y luego caían sobre el techo o golpeando los vidrios de las ventanas". Los encargados del establecimiento pensaron que había algún bromista que producía los hechos y ordenaron cortar el pasto en un radio de cien metros. El suceso no cesaba y se desarrollaba con más fuerza por las noches. Los albañiles se fueron muy asustados y los propietarios realizaron la denuncia en la Comisaría de Colón, pidiendo dos agentes policiales para custodiar la casa. Una noche los policías se encontraban tomando mate en la cocina con puertas y ventanas cerradas y la vieja pava de lata, voló debido a un cascote que la arrancó de la mesa. El sitio ubicado en el medio de la nada, con unas pocas plantas de acacias y paraíso que daban sombras era muy concurrido por la gente (empleados y obreros del establecimiento) para ver el fenómeno de cerca y que sucedía en forma continua. Algunos de los encargados en horas de la noche llevaban armas de fuego para disparar al aire y ver si cesaba la "cascoteada" y que pese a los esfuerzos seguía y seguía. El fenómeno duró cuatro interminables días y convulsionó a la zona. Sin embargo repentinamente como empezó se cortó. Algunos lugareños indicaban que el cese de actividad paranormal lo había realizado un conocido "brujo" que había llevado entre los elementos utilizados varios sapos. Lo cierto es que el lugar quedó deshabitado por años, debido a que nadie quería dormir en esa casa "embrujada". *Experto Agrario, Técnico en Clasificación de Ga-nados y Carnes, Agrónomo General y Técnico en Admi-nistración de Empresas.
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