La misión es acercarse a los votantes para "medir" como está la temperatura política. Sin embargo hubo inconvenientes. Los hombres del Frente Gaucho tuvieron que salir corriendo, no por la gente, si no por lo perros que lo perseguían y a duras penas llegaron al mítico Bar La Milanesa. Allí lo esperaban sus amigos del partido. La negociación estaba cada vez más caliente y ya alguno metió la mano para sacar el facón. Al final todo se calmo y en vez de asar un pollo fueron hasta el fondo y agarraron un pato de un gallinero que estaba perdido y con dos damajuanas de vino tinto lo hicieron pasar por el garguero.
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