El Pirincho se fue al bar La Milanesa a tomar unos fernets y jugar una partida al tute. En el sinuoso camino se encontró con el Gaucho "Peineta" (Antes lo usaban las mujeres y ahora no tiene sexo) y se fueron pateando piedritas hasta el ícono de los lugares de expansión nocturna.
La niebla que reinaba en el casco urbano los perdió y terminaron en el boliche "La Juliana" donde se encontraron con un "bunker" del conservadorismo tradicional.
Al primer boina colorada que salió a montar el caballo "cola corta" el Pirincho intentó sacar el facón pero se dio cuenta que lo había empeñado en el primer ministeriato de Cavallo, un cordobés que hizo zapatear sin ser gauchos a la mayoría de los argentinos.
Al no tener la letal arma de filo y punta dejó la ideología colgada en la puerta y se sentaron para los que habían salido de sus casas. Lo difícil después de 14 horas de estar en un boliche extraño y poco conocido fue el regreso por eso se quedaron tres días festejando la asunción de Don Morgan en el bastión enemigo.
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