La semana pasada, el 26 de junio más precisamente, el Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº 1, a cargo de Ezequiel Berón de Astrada, dictó la prisión preventiva de Pablo Gerardo Gabino, 33 años, de Colón, provincia de Buenos Aires; de Carlos Alberto Valacco, 56 años, vecino de la localidad bonaerense de Salto; y de Favio Augusto Caballero Reyes, colombiano de 41 años. Los tres ahora están detenidos en el penal federal de Marcos Paz. Pero esto no fue noticia, porque como se dice en la jerga periodística "no estaba en agenda". Quizás el procesamiento de una banda que enviaba cocaína en encomiendas a Europa, vía Camerún, o a EE UU, vía Canadá, no fuera novedad, aunque bien podría haber cobrado notoriedad la captura del cuarto integrante del grupo, también colombiano, de 52 años, y hoy alojado en la cárcel de Ezeiza. Se trata de Iván Colombo Gómez, dueño de un pasado que merece la pena ser recordado para contextualizar su presencia en el país.
La primera vez que el cafetero tuvo que juntar las manos para ser esposado sucedió en 2007. Fueron los agentes de la DEA los que fueron a buscarlo a su casa de Pereira, Colombia, porque lo acusaban de formar parte de la banda de Ismael Jiménez Sán- chez, que cayó en la misma ciudad y sobre quien pesaba un pedido de extradición del Tribunal de Distrito Meridional de Nueva York.
Según la justicia neoyorquina, Jiménez Sánchez, apodado "Gordito" y "Misa", había comenzado a partir de 2004 a enviar heroína junto a otros compatriotas, entre los que se encontraban Edgar "Chiqui" Piñeda Zarate; Ricardo "Primo" González Durango; César Julián "Lar- garcha" Parra Montoya; Luis Alberto "El Viejo" Vanegas Leiva; y Rosa "Rosy" A- lonso.
En ese lapso, el grupo ganó más de U$S 7,5 millones por introducir más de 55 kilos de heroína y 200 kilos de cocaína en suelo estadounidense.
Esa operación se llamó "Mercaderes" y en total fueron capturadas 117 personas.
LOGÍSTICA INTERNACIONAL
La banda operaba desde los puertos marítimos y aéreos de ciudades como Cali, Cúcuta, Pereira, Buenaventura, Me- dellín y Cartagena. Y utilizaba como países de tránsito a Venezuela, Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Ecuador, República Dominicana, México, Brasil y Argentina. Algunos envíos eran fletados en aviones privados y transportados hasta Venezuela como puente para llegar, previa escala en Santo Domingo, a México. Desde allí la droga era introducida a Estados Unidos. Además la organización ubicaba personas de otras nacionalidades, especialmente estadounidenses, quienes transportaban la droga como mulas en cruceros que recorrían las islas de Aruba, Margarita y Curazao, antes de entrar a territorio norteamericano. Estos pasajeros viajaban con la droga oculta en dobles fondos de maletines, o zapatos con las suelas cargadas de heroína. Esta mecánica decayó frente al avance de la tecnología que las fuerzas de seguridad implementaron en las estaciones aéreas y en los puertos. Pero el narcotráfico es capitalismo, y en la búsqueda de maximizar las ganancias, no tarda en reconvertir sus herramientas para coronar los embarques y multiplicar su capital. Así fue que en abril de este año Colombo Gómez llegó a Buenos Aires, y se instaló junto a Favio Augusto Caballero Reyes, que había viajado en marzo, en el departamento K del tercer piso del edificio de Lavalle 750. Allí estuvieron un mes y luego se mudaron al departamento D del segundo piso del edificio de Berutti 4437, donde fueron detenidos. Los dos habían contactado a Valacco y Gabino para enviar cocaína disimulada en cilindros dentados de 22 kilos, 47 centímetros de largo y 26 de diámetro. La justicia detectó al menos dos envíos por encomienda, y si los paquetes llegaban a destino, la banda colocaría 14 kilos de cocaína en el exterior. Se calcula que la droga habría costado alrededor de diez dólares por gramo, lo que suma140 mil dólares. De lograr el objetivo, el capital inicial se multiplicaría en Estados Unidos y Europa. En este caso, el proveedor de la droga fue un tal "David", de tono norteño, entre "peruano y boliviano" según las fuentes. Este personaje que se mantiene en el anonimato, les daba la droga a los colombianos, que la escabullían en los artefactos. "Los embutes están hechos de una forma nunca vista en Argentina por la precisión de las soldaduras", confió un vocero.
La investigación del caso la hizo la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), que a fines de mayo detectó que uno de los sospechosos -Valacco, quien le daba la cocaína a Gabino para que la despachara con facturas y documentos falsos- fue alertado, posiblemente por agentes de la Policía Boanerense, sobre el seguimiento que le estaban haciendo. En el expediente también figura que Caballero Reyes y Colombo Gómez compraron "múltiples aparatos de telefonía celular y chips con identidades falsas y vivieron en diferentes departamentos de alquiler temporario donde se alojaban por sólo un mes".Para el juez, fueron los responsables de "organizar y financiar los envíos de un cilindro metálico y un pistón hidráulico a través de dos envíos postales identificados con las guías aéreas 1Z5V618W0458350370 y 1Z055Y060473633407 de la empresa UPS". Datos Tiempo Argentino
En Colón no es una forma nueva de contrabandear En la década de los ochenta un grupo de personas que investigaba el ingreso de estupefacientes en Colón, y que lideraba el Padre Denis Firkpatrick quien intentaba recuperar a jóvenes que cayeron en la adicción tuvo un dato certero. La droga venía desde la Capital Federal en encomienda en una empresa de transporte y cuando llegaba a la terminal la mula la entregaba "mano" en "mano". También tenía un Plan "B " tirar el paquete en la espera para pasajeros cercanos al Barrio Mirador del Lago. Años después y ya en la década de los noventa, el Comisario "Negro" Silva (hoy retirado) dijo a un periodista que llegaba una mula en un empresa de transporte con droga. El día era lluvioso. A la nueva terminal llegaron los pasajeros, pero la mujer rubia con un paquete que había sido descripto por el informante no estuvo entre ellos. El "Negro" Silva abortó el procedimiento y el periodista se quedó en la terminal. En el próximo ómnibus llegó la mujer rubia, con el paquete descripto, subió a una camioneta. Una hora después el vehículo estaba estacionado frente a un lugar de expansión nocturna "famoso" en esos años por vender sustancias tóxicas.
El asesinato del niño Néstor Rodríguez ¿Qué relación tiene Pablo Gabino en el caso?
Pablo Gabino hoy cuenta con 33 años, pero cuando solo contaba con 15, protagonizó una de los hechos policiales más aberrantes acontecidos en la ciudad, como matar al menor Néstor Rodríguez. La casa de la terrible tragedia se encuentra en calle 45 entre 19 y 20.
En Colón se vivía otros tiempos, otros apuros, y otra situación económica. Corría el año 1995.
Néstor Rodríguez había de- saparecido en una fría noche de junio. La madre rápidamente lo denunció a la Policía Bonaerense que en Colón estaba a cargo del Comisario Horacio Santos Guerra. En estos momentos se podría decir de su persona era un sabueso de raza y muchas de las situaciones que en el presente ocurren y no se descubren no hubiese resultado así con este buen policía.
La Jueza de Menores que tomó el caso era la Dra. Zulema Corona.
Néstor Rodríguez sale de su casa y se dirige por la calle 20 (su madre vivía por esa calle en Barrio Centenario). Iba a comprar un postrecito para comer en la cena.
Fue la ultima vez que su madre lo vio.
La reconstrucción policial del caso indica que Gerardo Gabino lo interceptó en la calle 45 y 20 (se conocían) de los Boys Scouts y fueron hasta la casa de calle 45 entre 19 y 20. En ese lugar Gabino lo mató ahorcándolo y dispuso su cadáver debajo de la cama. En el expediente existen partes escabrosas que no vamos a reproducir.
El cadáver
Cuando la vieja Policía de Investigaciones le preguntó a Gabino si había visto a Néstor el adolescente denunció que a la hora del encuentro llegaron dos hombres en un auto rojo, for- cejearon con la víctima lo cargaron al vehículo y se llevaron. Los agentes anduvieron toda la jornada detrás de estas afirmaciones. Nadie había visto el auto rojo, y Néstor se había esfumado.
Horacio Santos Guerra todavía tenía una jornada muy movida. En el teléfono de la Comisaría se presentaban distintos "brujos" y "brujas" que decían que el cadáver estaba en un monte, un arroyo o una laguna y hasta algunos informaban que estaba vivo.
El Policía a cada llamada salía y buscaba en los lugares al que le indicaban. Nada dio resultado.
El traslado
La mañana se presentaba con una niebla cerrada y fría. A las 6 de la mañana Gabino se levantó, tomó el cadáver que estaba debajo de la cama y lo trasladó hasta un pequeño baño de un chalet en construcción en calle 20 entre 44 y 45. Lo dejo en posición cubito dorsal. Siendo las 10 de la noche de un frío jueves un policía lo encontró y todo se precipitó.
Minutos más tarde una unidad de Investigaciones con destino en La Plata pasó a buscar al adolescente sospechado y lo dispusieron en un oficina atrás de donde ahora es la guardia. Estaba solo. Cerca de las 3 de la mañana lo llama al Comisario Horacio Santos Guerra y le dice que había sido el asesino, y como lo había matado. También cuenta algunos detalles aberrantes. Al ser menor fue internado en un Instituto. Pasaron los años Ya mayor de edad regresaba a nuestra ciudad. En uno de esos viajes quiso tomar contacto con antiguos compañeros y fue denunciado por tirar piedras en una ventana. La situación se repitió.
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