El motivo del picnic iniciado sobre el mediodía donde se entremezclaron fernets con cola y tortas fritas del día anterior, y ensalada de quinua (para estar al tono con los tiempos) es destrabar legalmente la sucesión en el Bar La Milanesa cuyo propietario partió hace 60 años en una noche de neblina cerrada, no se sabe con que rumbo, si para arriba, para abajo o se fue horizontalmente, porque lo único que falto fue una botella de caña y la guitarra y días antes dijo en ronda de amigos que se mudaba.
En este largo periodo su viuda "Estaca de circo" (la clavan en cualquier baldío) cree que fue al kiosco de la esquina a comprar harina para las tortas fritas y espera que vuelva en cualquier momento, manteniendo la pirula reluciente y con aceite caliente, lista para cocinar lo que cante o lo que grite.
Cabe destacar que en el periodo faltante y de gracia ya cocinó varias veces en el negro elemento culinario. Con respecto al Bar, las consultas realizadas por los tres gauchos interesados dieron por hecho que por los muertos no hay problemas con sus firmas, pero si con los vivos porque hay que encontrarlos y la mayoría figuran en el padrón electoral como desertores del ejercito, la marina y la fuerza aérea, y no recibieron la noticia que hay amnistía generalizada desde que el "Turco bonito" fue presindente de la argentina.
|