La familia afectada al cual vamos a identificar como "Q", sospechó de dos jóvenes y fueron a reclamarle a la madre de la familia del presunto ladrón que identificaremos con la letra "A". La progenitora al descubrir que eran sus hijos con mucha vergüenza devolvió el botín.
El caso llamó la atención y señala la férrea voluntad de algunos padres de encarrilar a sus hijos y los inconvenientes que tienen. En ese sector de la ciudad se observa a jóvenes que no trabajan ni estudian y que permanentemente tienen problemas con la Justicia por delitos considerados menores.
En este sentido, debemos decir que se debe profundizar el trabajo de calle de parte del Municipio para no solo llegar a los menores y jóvenes que están dentro del sistema (instituciona- lizado) si no también a aquellos que se encuentran por fuera del trabajo de los funcionarios. Por otro lado y como si fuera un contrasentido, como nunca desde el Gobierno nacional y provincial se crearon programas con esta finalidad y que llegan a cada Comuna.
Más casos
No son los únicos casos de menores en situación critica. El trabajo debe abarcar a muchos menores de (siete a diez años) que diariamente los vemos vender pan casero y otros elementos en horarios que corresponderían a horas donde se dictan clases en los establecimientos públicos. Para que estas situaciones no sucedan el trabajo debe ser conjunto de las diversas áreas (Producción, Acción Social y la nueva Secretaria que trabaja con la niñez para encauzar la producción comercializada a través de los padres.
El desfasaje llega a un nivel que los menores incluso ingresan a lugares gubernamentales a ofrecer su mercadería. Pero no es todo. Llama la atención que no son grupos aislados sino que en distintas horas y en diferentes lugares grupos de menores (casi siempre una niña y un niño) ofrecen similar mercadería, como si responderían a un mismo "fabricante".
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