El pontífice ratificó la política de "tolerancia cero" con los clérigos abusadores, al asegurar que la Iglesia no dará ningún "paso atrás" tanto en el tratamiento de este problema como en la aplicación de sanciones a quienes cometieron esos delitos.
"Me siento interpelado a hacerme cargo de todo el mal de algunos sacerdotes, bastantes. Bastantes en número, no en comparación con la totalidad. Hacerme cargo de pedir perdón por el daño que han hecho con los abusos sexuales a los niños", aseveró.
"La Iglesia es consciente de este daño, es un daño personal y moral de algunos, pero hombres de Iglesia. Y no vamos a dar un paso atrás en lo que se refiere al tratamiento de estos problemas y a las sanciones que se deben poner, al contrario. Creo que debemos ser muy fuertes. Con los chicos no se juega", sostuvo.
El Papa se refirió a los casos de abusos sexuales a menores de edad cometidos por clérigos, también en su país natal, en el marco de una audiencia en el Vaticano con integrantes de la Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), por su sigla en francés.
Francisco también alentó la defensa de los derechos de los menores de edad, la urgencia de impulsar proyectos contra "el trabajo esclavo, contra el reclutamiento de niños soldado y cualquier tipo de violencia".
Asimismo, destacó la importancia de privilegiar a los niños y a los ancianos en la sociedad, porque, afirmó, "el futuro de un pueblo está en manos de ellos".
El Papa reafirmó el derecho de los niños a "crecer en una familia, con un padre y una madre" y rechazó con firmeza toda experimentación educativa: "Con niños y jóvenes no se puede experimentar", sostuvo.
Tras criticar los "horrores de la manipulación educativa" perpetrados por las "dictaduras genocidas del siglo XX", advirtió que estas "no han desaparecido" y llamó a estar alertas frente a los peligros del "pensamiento único".
La Iglesia recibió en los últimos tres años unas 1.800 denuncias de casos de abusos perpetrados por sacerdotes, sobre todo en las décadas del 60, 70 y 80.
En Argentina, uno de los casos más resonantes de acusaciones por pedofilia fue el del sacerdote Julio César Grassi, en prisión en cumplimiento de una condena a quince años por abuso sexual y corrupción de menores, tras varios artilugios judiciales para evitar la cárcel.
Hubo otros de repercusión nacional como las acusaciones contra monseñor Edgardo Storni, condenado en 2009 a ocho años de prisión por abuso sexual agravado en contra de un seminarista, un escándalo que lo obligó a renunciar a la arquidiócesis de Santa Fe en 2002.
En la década del 80, el sacerdote Mario Napoleón Sasso fue condenado a 17 años de prisión tras ser acusado de abusar de niñas indigentes en la localidad bonaerense de La Lonja.
En 2003, el sacerdote Héctor Pared fue condenado a 24 años de prisión por hechos ocurridos cuando era director de un hogar para niños en Florencio Varela, pero a los pocos meses murió en la cárcel.
El 15 de diciembre, el obispo de San Isidro, Oscar Ojea, pidió perdón, en un hecho sin precedentes, por los abusos sexuales a menores perpetrados varios años antes por el sacerdote José Mercau. (DIB)
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