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16/02/2014
Panorama político bonaerense

De diásporas y deudas


(Por Andrés Lavaselli alavaselli@yahoo.com.ar).- Una diáspora que por ahora es más un temor o una esperanza que una realidad concreta y un endeudamiento externo que hasta aquí no es más que una posibilidad con parejas chances de concretarse o fracasar: buena parte de los principales movimientos de la política bonaerense en la semana que pasó estuvieron motivados en especulaciones sobre el futuro, la dimensión temporal que, no por casualidad, mejor define y explica el escenario actual....


La diáspora, claro, es la que hace bullir por estas horas al peronismo bonaerense, tras la migración del intendente de Merlo, Raúl Othacehé desde el kirchnerismo al massismo, en torno al cual se dio un debate bastante ridículo: el oficialismo “descubrió” justo ahora que se trata de un político cuestionadísimo por razones nada desdeñables y el Frente Renovador debutó en el mercado de pases del peronismo provincial con una movida que ni siquiera es coherente con su nombre.


Pero, como suele ocurrir, los mensajes van bastante más allá de los escarceos públicos: Massa seguramente aceptó a Othacehé, más allá de los votos que pueda aportar y del prestigio o la coherencia que pueda erosionar, porque su incorporación es una manera de decirle al oficialismo –y especialmente al sciolismo- que el futuro es él y no ellos. Y, se sabe, en todas las fuerzas políticas pero especialmente en el peronismo, el que ofrece más y mejor futuro suele conducir.


Vista entonces la cuestión desde la perspectiva de la más cruda acumulación de poder, la movida fue exitosa pero arriesgada: ahora el massismo deberá cumplir con la “catarata” de pases anunciado, so pena de trasladar la iniciativa política al dispositivo que montó el oficialismo para detenerla y que incluye acciones del Gobierno nacional y del provincial, que hasta ahora lograron que más de un candidato a la fuga negase en público esa posibilidad.


Parte de ese “operativo de contención” se desarrollará el viernes próximo en Santa Teresita: para eso Fernando Espinoza convocó a una reunión del PJ en la que, además, dará señales a la Casa Rosada en busca de hacer más fácil su tránsito hacia una candidatura a gobernador. Señales que pasarán, probablemente, por la entrega del lugares institucionales del partido a dirigentes como Andrés “Cuervo” Larroque y Axel Kircillof.


El movimiento implica operar una distancia relativa mayor respecto de Daniel Scioli, un aliado de Espinoza en su ascenso a la dirección del partido. Se da, además, en un contexto especial: justo cuando el Gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, confirma –de un modo aun extremadamente cauto, a través de terceros- que competirá con su par bonaerense, seguro de que el desgaste de Jorge Capitanich le da un lugar como posible candidato de la Casa Rosada.


Aunque si se suma ese “lanzamiento” a los amagues de otros referentes del kirchnerismo queda claro que, en principio al menos, Scioli no se pondrá el traje de candidato oficialista de manera automática, la hoja de ruta del bonaerense no se altera demasiado: él siempre optó por pedir una interna y, teniendo en cuenta el nivel de conocimiento de Urribarri no parece que le vaya a ser sencillo transformarse en un postulante competitivo.


De hecho, la mira de Scioli estuvo puesta, la semana que pasó, bastante lejos de la interna del peronismo. Su viaje a Nueva York, además de mostrarlo como un hombre confiable (de recambio) para el centrado del poder económico global y como un líder con agenda presidencial en Argentina, tuvo otro objetivo preciso: tantear la posibilidad de una toma de deuda en los mercados internacionales.


Aunque cerca de Scioli estaban contentos con los resultados de esas reuniones, saben que operativizar esa toma de deuda no es una cuestión sencilla: depende, además de la voluntad de la provincia, de decisiones nacionales que hagan bajar la tasa para el país a un porcentaje razonable. El nuevo IPCn que lanzó el Indec los hace ilusionar, pero saben que el escenario, el de la gestión diaria, que ahora Scioli ordenó enfatizar, aún no está resuelto ni mucho menos.


El principal nubarrón sigue siendo, claro, el económico. Con varios intendentes sacándose fotos entre las góndolas para agradar a la Presidenta, Scioli ya sabe que el 25% de aumento (¿en dos cuotas?) que impulsa su ministra de Economía, Silvina Batakis, recibirá un rotundo “no” de los gremios. De los “duros” como los docentes y de los más comprensivos, como UPCN, desde donde ya le hicieron llegar la advertencia, de modo reservado. Por eso, el gobernador enfrenta el desafío de encontrar alguna fórmula que le permita esquivar un conflicto seguro. ¿Un decreto, una suma fija para discutir un poco más adelante? Nada de lo que se comenta entre sus operadores parece suficiente. La cuestión es que si no desata ese nudo gordiano, el conflicto gremial comenzará a pasarle, vía paros y su consiguiente impacto en el humor público, factura política. (DIB)




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