(Ansol).- El modelo de gestión social o cooperativa de la educación sostiene más de 450 establecimientos iniciales, primarios y secundarios en todo el país y fue una respuesta para muchos colegios privados con fines de lucro que, sobre todo después de la crisis general de 2001, se tornaron insostenibles o cuyos dueños decidieron poner punto final al negocio.
“Como otras empresas recuperadas, en un montón de rubros, se mantienen y funcionan. Los trabajadores se pusieron la escuela al hombro y generaron experiencias exitosas”, subraya Serena Colombo, dirigente de la Federación de Escuelas Cooperativas de Buenos Aires (Feceaba) y de la Asociación de Educación de Gestión Social.
Mundo Nuevo, donde es directora, está a pocas cuadras de Guido Spano, cuya comunidad educativa está en vilo después de que en vísperas de fin de año la sorprendiera un camión de mudanza en las puertas, que se cerrarán pese a que abonaron la matrícula del próximo ciclo lectivo, que los estudiantes tienen que dar exámenes y que a los docentes les deben salarios.
La primera es una cooperativa de trabajo con más de 41 años de trayectoria, unos 300 chicos en sus aulas y más de 70 trabajadores docentes y no docentes que la gestionan colectivamente día a día. “Nos va bien y creemos que tenemos una ventaja porque mantenemos el modelo de un asociado-un voto y podemos pensar, decidir y hacer juntos en las buenas y en las malas”.
La segunda era gestionada por una sociedad anónima que cobraba una cuota similar a Mundo Nuevo, pese que a tiene los salarios docentes subvencionados en un 60 por ciento y no tenía que alquilar el inmueble. Colombo aclara que a las escuelas que no gestiona el Estado ni una sociedad de capital puede “irles bien” si, como este caso, cobran una cuota que a las familias les es posible pagar.
Otras, que dan servicio en zonas de menos recursos, vienen reclamando que se las reconozca y apoye, cuestión pendiente a nivel nacional y en los diferentes distritos pese a que la Ley Nacional de Educación de 2006 indica en su artículo 13 que “el Estado nacional, las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires reconocen, autorizan y supervisan el funcionamiento de instituciones educativas de gestión privada, confesionales o no confesionales, de gestión cooperativa y de gestión social”.
Colombo asegura que, no obstante, son experiencias viables “de puertas abiertas”, que cuentan con el esfuerzo y la participación de las familias y del barrio, y descarta una posible creencia respecto de que “una escuela necesariamente tiene que ser una estructura vertical”.
En base a la experiencia de los proyectos educativos que se sostienen colectivamente, destaca que “los espacios son abiertos y permeables, hay responsables por áreas y evaluaciones constantes, mientras que cuando aparecen conflictos o se confrontan intereses, se busca dirimirlos genuinamente y se actúa para resolverlos participativamente”.
Recuperada
La escuela Fishbach, ubicada en el barrio de La Paternal, comenzó a funcionar como cooperativa de trabajo en 2003, después de que a sus antiguos dueños se les hiciera imposible seguir afrontando la crisis financiera de la institución. Hoy se concibe como “una propuesta educativa en un marco de solidaridad, autonomía, comprensión y respeto por el otro”.
“Una nebulosa”
La Justicia porteña allanó el viernes por la tarde las instalaciones del colegio Guido Spano y libró un embargo sobre una cuenta bancaria del apoderado de la empresa, Mauricio Sánchez, mientras continuaban los procedimientos judiciales para el rescate de documentación, informaron algunos familiares de estudiantes.
La titular de la Dirección General de Educación de Gestión Privada de la Ciudad, Beatriz Jáuregui, declaró que “tiene la potestad de recuperar la documentación” que está dentro del edificio con el fin de “suplir las tareas administrativas que la entidad dueña del colegio no cumplió”.
La titular del Sindicado de Docentes Privados (Sadop), Fernanda Benítez, expresó que el control del gobierno local sobre las 1.656 escuelas de gestión privada del distrito “es una nebulosa, arbitrario y muy insuficiente”; y ejemplificó que en escuelas como la Guido Spano “le basta con una planilla firmada por los docentes. Si cobraron el mes, el Ministerio de Educación a cargo de Esteban Bullrich le giraba al colegio el mes siguiente”.
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