En el mientras tanto que se iba estirando como los elásticos de la bombacha de su fiel esposa la Eulalia, nuestro heroé comezó a barrer el patio con una escoba, y dispuso la parrilla de alambre que estaba en el techo del gallinero, quemándola con el fuego hecho con leña de durmientes del ferrocarril. Una vez que se hicieron las brasas y las acomodó pacientemente, le tiró a la parrilla dos kilos de falda cortada fina.
En dos horas terminaron la carne y las cinco damajuanas de vino tinto. Siendo las tres de la mañana y quedando trunca la partida del truco de seis por falta de jugadores, la Eulalia tomó la carretilla y de a uno los desparramó por la vecindad a los invitados dejando al gaucho matero durmiendo teniendo como almohada un repollo.
Por último, en Colón estaría por venir Mangeri como Secretario de Seguridad, porque al lado del colonense es un bebe de pecho.
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