Galasso precisa que se bajó del 30 por ciento de apoyo a un escaso 26 por ciento en todo el país. Y que ante la ausencia de un movimiento obrero unido y organizado la base de sustentación pasó a ser el movimiento juvenil. Con estos datos incontrastables sobre la mesa es que hay que realizar los planteos que nos permitan recuperar un mayor consenso en octubre, de cara a las presidenciales de 2015.
Simón Bolívar planteaba que en las derrotas se aprende el arte de vencer.El neoliberalismo y el aparato tecno-económico-mediático (que lo sostiene a escala planetaria) son el enemigo; los “titulares” como dìría Cristina o el Círculo Rojo como lo define Mauricio Macri. En el G20 de San Petersburgo, Cristina se cruzó con algunos de los voceros de los “titulares.” Los políticos en general, incluyendo a Barack Obama, ofician como gerentes de los Grandes Grupos Económicos Transnacionales que son los que siguen concentrando poderío económico. Las corporaciones desde los años 90 vienen posicionando por sobre los Estado-Nación.
La dictadura y la década perdida de los ´90 dejaron establecidas las condiciones de posibilidad para los gobernantes que los sucedieron. Si alguno intentara gobernar con autonomía del Poder Real (como lo viene haciendo el kirchnerismo) debería resolver dos cuestiones: desmonopolizar por un lado y por otro unir la multiplicidad de fragmentos en el que permanece el Estado y la Sociedad en su conjunto, luego de las dictaduras militares de los ’70 y el desguace noventista.
El Frente para la Victoria es la herramienta electoral de la etapa, como para Perón lo fue el PJ. Pero ya en los años 70, Juan Perón planteó la necesidad de enfrentar al enemigo real con un Frente Nacional más amplio. Un frente que por entonces alcanzara al sindicalismo, la burguesía nacional, las capas medias y el movimiento juvenil, incluyendo a las “formaciones especiales,” esas que vanamente decidió desarmar.
El gobierno no es el Estado y el Estado no es el movimiento nacional. Con una audaz articulación de liderazgo, gestión y participación se pudo sostener por una década esta tremenda lucha.La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es un ejemplo que sirve para sintetizar el planteo que vive dentro de la construcción social que le dio encarnadura y como contraparte la demora en su aplicación. El dispositivo tecno económico mediático es el que ha impedido la desmonopolización, pero la falta de continuidad en la alianza que construyó la Ley: sociedad civil, universidad, gobierno y Estado limitó los avances que se requieren para la consolidación de un nuevo modelo de comunicación para la Argentina.
Ningún funcionario, per se, está en condiciones de poner en vigencia la Ley de SCA; la Ley sólo se puede aplicar con participación de los actores que le dieron origen: universidades, cooperativas, organizaciones sociales, sindicales, de pueblos originarios, radiodifusores y productores de contenidos audiovisuales comunitarios y micro y pequeñas empresas de arraigo local. Todos coordinados por una política pública de comunicación.
Para ganar las elecciones como para aplicar la Ley de SCA es fundamental articular Gobierno con Estado y desde allí empoderar a las organizaciones de la sociedad civil. No se ganan las elecciones ni se aplica la Ley adaptándose a la agenda del enemigo. Hay que reconocer la fragmentación en la que se encuentra el Estado (nacional, provincial y municipal) y la sociedad civil y sus organizaciones políticas, sindicales, sociales, de etnias y expresiones de la diversidad (sexual, comunicacional, económica), para desde ese reconocimiento buscar la Unidad y la articulación.
Las leyes son un primer paso reparador, ahora viene el empoderamiento y este se logra con participación y distribución de saberes y recursos económicos. Para que el liderazgo de Cristina trascienda el 2015 la herramienta electoral debe operar como catalizador de un movimiento nacional que supere los límites de la construcción actual. Néstor Piccone. Psicólogo, periodista. Militante de la Comunicación.
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