La astucia bien gauchesca hizo que se hiciera anteojos con los culos de botella de vino, atado con alambre de fardos, para evitar que la tierra le impidiera la visión y es por eso que lo invitaron a realizar un programa de supervivencia en una canal de televisión local.
Después de cuatro horas de viaje y medio perdido, llegó al pueblo, saliendo directo a la planta potabilizadora que se iba a inaugurar y donde había como cien personas amontonadas, en torno a una manguera que apuntaba al cielo.
Cuando se abrió la canilla y salió el chorro del vital líquido varios de los visitantes colonenses dijeron "vade retro" y retrocedieron como si hubieran visto el diablo que les decía "vidi, vini, vinci".
El gaucho matero pegó un sapucai porque hacia como diez días que no había tenido un encuentro tan cercano con el agua. Por último, todos se juntaron para un copetín regado con reserva San Juan, mientras se hablaba de los beneficios del agua potabilizada.
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