La línea del Programa Provincial de Prevención y Asistencia al Juego Com pulsivo recibe cada mes un promedio de cien llamadas de personas que piden ayuda por su adic- ción compulsiva al juego. Este sistema se puso en marcha en septiembre de 2005 y, desde entonces, el servicio atendió a más de 5.800 personas. "Los ludópatas no juegan para divertirse, ni siquiera para ganar. Juegan para jugar.
Y aunque suene paradójico, juegan para perder: pierden plata, pero también tiempo y la confianza de sus seres queridos. Estas pérdidas reafirman su sentimiento de culpabilidad, que luego tratan de aliviar con una nueva apuesta", explica la psicóloga Débora Blanca, directora del centro de investigación y tratamiento de adicción al juego Entrelazar.
Todo un juego
Según los datos que maneja el programa provincial, entre los jugadores la mayor adicción está referida a las máquinas tragamonedas con el 64% de los casos, seguida de lejos por la ruleta electrónica con el 13% y, más atrás, con el 9%, la ruleta común. Al tratamiento llega un arco de pacientes que va desde los 18 hasta los 80 años, pero son los cuarentones la franja más vulnerable a la ludopatía. Los más jóvenes, se apunta, son los que se vuelven adictos mediante Internet, un factor que preocupa cada vez más a los especialistas.
"La proliferación de bingos y casinos y el fácil acceso a los juegos online, donde se a- puesta sin controles ni horarios, atraen a mucha gente que sin ese estímulo no se habría interesado por el juego: jubilados, amas de casa, chicos muy jóvenes y desocupados que encuentran en una tragamonedas una manera de matar el tiempo y evadirse de otras frustraciones y problemas", sostiene Blanca, para quien los adictos al juego "son enfermos que están intoxicados de juego: personalizan a los números, les piden, les prometen. Y su necesidad de volver a jugar para 'recuperar' lo perdido los termina aislando afectivamente".
Como la mayoría de los adictos, los jugadores compulsivos llegan casi obligados a la instancia de rehabilitación, porque sus familiares insisten. Se los entrevista y, a partir de ahí, se evalúa si merecen una terapia grupal o individual. El nivel de abandono es realmente muy alto, algo a lo que también contribuye, como se dijo, la creciente oferta que existe a la hora de jugar: en nuestra Provincia, de hecho, están habilitadas 3.070 agencias oficiales de lotería, 46 bingos, 46 oficinas de apuestas hípicas, 11 casinos y 5 hipódromos.
Desde Entrelazar reafirman esta mirada: "Las variables sociales y económicas se conjugan alrededor del negocio del juego como un campo fértil, y se abonan con personas que creen encontrar allí una salida a su problema. Los ludópatas no son sin embargo sólo fruto de la instalación de casinos. Encontramos en cada uno de ellos una adicción particular: a perder".
La patología
La ludopatía ha sido definida como un impulso de carácter irreprimible, que se concentra en el juego de apuestas. Se manifiesta aunque exista conocimiento de los perjuicios que origina y es más fuerte que el deseo de inhibirlo. Por lo tanto, se trata de una perturbación en la capacidad de control del sujeto que tiene semejanza con las adicciones, si bien en este caso no hay ingestión de sustancias. Quienes abordan la problemática aseguran que, aunque compleja, la ludopatía es una patología que puede curarse, y que esa recuperación comienza con el propio tratamiento.
|