Colon Doce investigó la trama de los hurtos de ciclomotores y bicicletas. Existen levantadores y reducidores. El mercado negro de la mercadería ilegal se extiende.En este momento existiría en nuestra ciudad (a igual que en el 2001)un mercado en negro de autopartes de motos, ciclomotores, bicicletas.
En el caso de los ciclomotores y bicicletas habría los denominados "levantadores" que caminan la ciudad durante gran parte de la jornada y ante cualquier descuido de un propietario proceden a llevarse el vehículo .
Los "levantadores" serían adolescentes con varias entradas en la Comisaría local e incluso se encontrarían delincuentes con prontuarios por asaltos a mano armada. La trama se parece a la ola de robos de motos que sucedió en el 2001 y donde se sustrajeron en el termino de cinco años alrededor de 300 motos.
El primer punto a tener en cuenta para erradicar esta problemática: es muy difícil que la policía que patrulla la ciudad en los móviles pueda encontrar a los "levantadores" con la "mano en la masa" o por el contrario es imposible y utópico tener muchos policías y poner uno en cada esquina .Los encargados de buscar la seguridad de la población deben apuntar directamente a los reducidores (puede haber tres o cuatro puntos neurálgicos en la ciudad dedicados a este tema)
La policía debe atacar estos "talleres" o realizar un seguimiento de los mismos con inspecciones diarias o semanales. La cadena del robo y hurto de motos y bicicletas se debe "cortar" en la parte mas vulnerable. Por la exposición y tiempo que necesitan los malvivientes el punto mas fácil de vulnerar, son los que "reducen" o "utilizan" el producto del ilicito.
Una bicicleta o ciclomotor dejada en la vereda, que no tiene ningún tipo de seguridad son las preferidas.Cuando logran su propósito las llevan a los "aguantaderos". donde los reducidores les pagan unos pocos pesos por el "trabajo" y otros que pueden "compartir" las ganancias en la venta. La droga no esta ausente de la mayoría de los actos de hurtos y robos.
Los "levantadores" y "reducidores" viven en un mundo marginal y se contactan entre ellos, intercambiando experiencias, mercaderías, ganancias y datos precisos sobre futuras víctimas. Lo notable que en muchos casos no roban parar comer sino para alimentar sus adicciones. El 80 por ciento de los casos de los menores y jovenes que ingresan a este mundo son adictos a la marihuana o cocaína y además algunos de ellos son utilizados como pasadores.
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