Había sufrido su primer infarto a los 36 años, luego tuvo varias operaciones y complicaciones, por lo que su única salvación era el trasplante.
Con el corazón de un joven donante cadavérico de Pergamino, Moral vivió 17 años y dedicó su vida a ayudar a los trasplantados y promover las donaciones de órganos con campañas, charlas educativas y talleres en los colegios.
Además, participó de los Juegos Mundiales para trasplantados en la categoría “superveteranos” de natación y en numerosos eventos solidarios.
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