Por la cercanía y algunas selecciones participantes como España, Italia y Uruguay pueden sacarse algunas conclusiones. El local fue un justo campeón. Fue de menor a mayor. Contra todos los pronósticos apabulló al campeón del mundo España. Lo goleó y lo borró de la cancha. Pero nada es casual. Brasil con la llegada de Scolari otra vez es protagonista.
El entrenador campeón del mundo con la misma selección en el año 2002 tiene de ayudante de campo a Parreira quien consiguió la gloria en 1994. Nada de egos. Los dejaron aparte para un bien común. En lo futbolístico tiene grandes jugadores. "Los equipos se arman de atrás para adelante" asegura una vieja frase de este deporte. Parece que Brasil no es la excepción. Julio César es un arquero serio, con experiencia y siempre responde cuando se lo exige. Los zagueros centrales son los mejores del mundo.
Thiago Silva y David Luiz se complementan, tienen personalidad y voz de mando. Brasil siempre tuvo grandes laterales. Dani Alves y Marcelo juegan en esa posición pero tienden a ser extremos. Sus subidas son permanentes y en varios momentos se convierten en extremos. El mediocampo tiene juego, quite, recuperación y verticalidad. Todo esto es posible por el trabajo de Hernanes, Paulinho, Oscar. Además el tridente ofensivo Hulk, Fred y Neymar puede resultar letal para cualquier defensa.
El primero tiene potencia (velocidad + fuerza). El segundo está en un gran momento. Todo lo que toca es gol o casi. No perdona. Ajusticia como pocos delanteros lo hacen. Mientras que el tercero es difícil agregar adjetivos que no se hayan leído o escuchado sobre él. Neymar es uno de los mejores jugadores del planeta. Su desfachatez y potrero argentino hicieron que dé el salto del Santos al Barcelona de España.
Será compañero de Lionel Messi. Pero quizás había recibido algunas críticas por la no aparición en partidos claves. Frente a España dijo presente y demostró toda su categoría. Jugó e hizo jugar. Se divirtió y hasta lo obligó a pegarle una fuerte patada a su futuro compañero Piqué, que vio la tarjeta roja. Hizo un gol y asistió para que hagan otro. Sin dudas fue merecido que le dieran el premio como mejor jugador del torneo.
En lo colectivo tuvo la virtud de golpear en los inicios y finales de los partidos. Eso lo ayudó a jugar en consecuencia pero contra Uruguay contener el desahogo. Siempre tuvo concentración y nunca perdió la paciencia. Minimizó a España que llegaba con un récord mundial de 29 cotejos oficiales sin derrotas. El cachetazo quizás deberá servirle para replantearse que el ser campeón mundial no garantiza ser el mejor. Cuando el estilo de posesión que lo llevó a lo más alto desde hace 5 años no aparece, desnuda muchos defectos.
Brasil tiene un año para continuar mejorando y corrigiendo errores. Habrá que ver cual es su techo y si hay otra selección en el mundo para repetir aquel Maracanazo en el Mundial 50' propinado por Uruguay. Lo sabremos dentro de 374 días. Pero lo seguro es que Brasil, es siempre Brasil… *Periodista. Director Técnico Nacional de Fútbol
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