El dispositivo sanitario se puso en marcha tras la decisión que tomó la familia de un joven de la ciudad de Colón internado en el nosocomio con diagnóstico de muerte encefálica producto de un accidente de tránsito.
Un avión sanitario del Cucaiba aterrizó minutos después del mediodía en la pista del aeródromo provincial de Pergamino, tras lo cual los profesionales se dirigieron al nosocomio donde desplegaron los protocolos de rutina que rigen para este tipo de intervenciones.
El doctor Juan Cichillitti, director ejecutivo del Hospital San José confirmó que “el operativo se realizó luego de las pruebas correspondientes y se llevó a cabo la ablación de los dos riñones y el hígado del paciente.
“Varios profesionales del Cucaiba realizaron las pruebas de compatibilidad y determinaron que esos eran los órganos que estaban en condiciones de extraerse”, refirió el director del Hospital y agregó que “son estudios y prácticas que realizan los equipos del Cucaiba, el Hospital interviene en el proceso previo de mantenimiento del paciente”.
La generosidad de una decisión privada, posibilitó que una vez más en Pergamino, fruto de esa solidaridad individual, pudiera ponerse en marcha ese dispositivo colectivo que, al tiempo que pone de manifiesto el valor de la ciencia en su expresión más genuina, moviliza conciencias respecto de la importancia de donar los órganos como una posibilidad cierta de dar vida. Un engranaje complejoCuando en cualquier Terapia Intensiva hay una persona que tiene muerte cerebral, se hace la denuncia a la jurisdicción, en este caso al Cucaiba, que inmediatamente manda al equipo de neurólogos, enfermeras y terapistas para certificar la muerte encefálica, que es un criterio indispensable para ser donante y para confirmar que se trate de un donante apto.
Como el corazón sigue latiendo por instinto, y artificialmente se lo mantiene con el respirador y se suministran drogas para mantener la presión arterial, es un estado que no puede durar mucho y eso hace que la tarea deba ser sumamente rigurosa.
Una vez que este equipo certifica la muerte, que no es un diagnóstico que se hace en un minuto porque se cumple con períodos de hasta seis horas para hacer las evaluaciones correspondientes, otro equipo concreta la ablación.
En esa evaluación previa se atienden, además de los aspectos neurológicos, cuestiones relacionadas con la historia clínica del paciente.
A la par de ello, cada vez que se pone en marcha un operativo de ablación ya se comienza a pensar en el posterior implante, lo que hace que comiencen a preverse posibles compatibilidades en los receptores.
Con respecto al destino de los órganos que se extraen del donante, en todos los casos se busca la compatibilidad entre las personas que están en lista priorizando a aquellas que sean más compatibles con el donante, aquellas que tengan más tiempo en espera y entre ellas pesa la jurisdicción, en este caso que viva en la provincia de Buenos Aires.
Cada una de estas decisiones se toma atendiendo al tiempo, que juega un rol fundamental (La Opinion)
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