Una escuela...un ejemplo

Pilotos, capas para la lluvia, cartucheras, bolsas de dormir, alfombras, son algunas de las prendas, útiles e implementos que confeccionó la comunidad de Pedernales reciclando sachets de leche, a partir de una iniciativa impulsada por la escuela primaria Nº 21 de esa localidad, ubicada en el partido de 25 de Mayo, dependiente de la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires....

Desde el ámbito escolar emprendieron, hace dos años, una campaña para erradicar la contaminación ambiental con la participación comunitaria, al considerar que “prevenir y solucionar problemas ambientales es una tarea de todos”. Y fueron los 2.000 habitantes de ese pueblo con características rurales y urbanas y en permanente crecimiento, los que ayudaron a la escuela a verificar su hipótesis de trabajo: se puede reducir la basura por medio del reciclaje.

La hipótesis había sido planteada en el marco de un proyecto científico-tecnológico bautizado “Sachet, medio ambiente, sachet”, que tuvo a la biblioteca escolar como centro de promoción. Allí, alumnos y alumnas abordaron la parte teórica, leyeron e investigaron sobre la realidad del medio ambiente en la provincia de Buenos Aires, en Argentina y en Latinoamérica, con el objetivo de instalar prácticas ambientales concretas.

La bibliotecaria junto con alumnos y docentes llevaron a la práctica experiencias ya que las investigaciones realizadas revelaron que lo más importante en la contribución con el medio ambiente surge en las propias casas, en los hogares, en las escuelas, desde pequeños.

El proyecto de medio ambiente que pusieron en práctica tuvo como pilar el reciclado de sachets de leche, elegidos por su resistencia, entre otras cosas, según explicó Lucrecia Blanco, bibliotecaria de la escuela y artífice del proyecto, quien sostiene que “si bien las campañas ambientales masivas sirven, el trabajo en las casas y en la escuela es más directo. Por eso buscamos un material de desecho existente en los hogares, resistente y que no ocupara mucho lugar; así surgió la idea del sachet. A partir de esto se comenzó una campaña en el pueblo que protgagonizaron los alumnos en sus casas junto con sus familias”.

Hasta el momento, y durante estos dos años, la comunidad logró juntar más de 7.000 sachets con los que en principio se elaboraron elementos para la escuela como cartucheras, bolsos para transportar libros, bolsas chicas para llevar las novelas, bolsas grandes para los elementos deportivos, alfombras y otros.

Luego, las ideas aportadas por las familias hicieron crecer el proyecto. Madres y abuelas dedicadas a la costura colaboraron con sus propias ideas y fue así que se hicieron pilotos de lluvia, capas, carpetas para guardar CDs, crearon muchas cosas impensadas. Las bolsas grandes y las empleadas para mandados se usan en los hogares. El uso de los elementos se extendió a las casas, a otras instituciones e incluso a localidades vecinas.

El proyecto ya está instalado en la comunidad. “Lo importante es el entusiasmo que hay en todo esto, resalta Blanco, al señalar que “con él participamos en la feria provincial de ciencia y tecnología de Miramar, donde obtuvimos el 3º premio, lo que nos permitió también mostrarlo en la Feria Nacional de Ciencia realizada en Salta”. (DIB).