En su militancia supo unir las reivindicaciones gremiales con la lucha por los derechos humanos, fue partícipe necesario en la creación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Utpba, la primera en una organización sindical de Argentina.
En el año 1987, más o menos para esta misma época del año, tuvo un rol clave en la tarea de unificar la actividad gremial de los sindicatos de prensa, gráficos y canillitas.
La denuncia provino de los trabajadores correctores del diario Crónica, entre los que se destacaba Elsa Campos. Ellos dieron la voz de alerta. En los diarios capitalinos: Clarín, La Nación, Crónica, La Prensa, La Razón y Ámbito Financiero, bajo el título de Reconocimiento y Solidaridad, estaba por salir una solicitada a favor del dictador Jorge Rafael Videla. Debía salir el 25 de mayo de ese año.
Restivo con la abogada Alicia Oliveira, junto a los gráficos que encabezaba Raymundo Ongaro y los periodistas de Carlos Subiza presentaron un recurso para evitar que los trabajadores fueran cómplices de una apología del delito. La idea de los sindicatos era no tipear, no corregir, ni imprimir la solicitada golpista. Horacio Verbitsky acompañó la presentación y le dio más volumen.
El juez Martín Irurzún hizo lugar y finalmente los trabajadores frenaron la movida destituyente. Pararon un operativo mediático destinado a debilitar el gobierno de Raúl Alfonsín. En abril de ese mismo año el presidente había pronunciado las famosas palabras: “la Casa estaba en orden.”
El apriete orquestado por el poder económico, las fuerzas armadas y los dueños de Papel Prensa (La Nación, Clarín y La Razón) iban por todo. Magnetto apeló el fallo de Irurzun y un año después logró publicar la solicitada, pero el ataque golpista ya se había diluído. Entre otras cosas porque ganó la Ley 23.521 de Obediencia Debida.
Hoy Murió Videla, los trabajadores que resistieron aquel avance golpista disfrazado de libertad de prensa y acusados por censura previa saben que la muerte del dictador no clausura, aún, el pedido de castigo a todos los culpables.
Hector Magnetto, hoy en la conducción mediática de la campaña electoral anti kirchmerista, sigue al frente del monopolio con apoyos impensados de muchos dirigentes radicales que, flojos de memoria, fingen demencia. No son los únicos, hay más.
En estos últimos 10 años los derechos humanos, con la política de Estado, sostenida por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, se apoyó en acciones y actores sociales como aquellos trabajadores, que contra viento y marea se atrevieron y pararon una solicitada golpista contra la democracia que por entonces no era kirchnerista, era alfonsinista.
Héctor Magnetto sabe que él también puede ocupar, en la cárcel, el lugar que el dictador dejó vacío. Y allí no hay bufón que lo reivindique.
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