De hecho, a principios de abril se celebró la Semana Mundial de la Alergia, promovida por la Organización Mundial de la Alergia, que definió a esta enfermedad como un problema sanitario global. Desde las consultas de los pacientes se nota que el problema se está incrementando. Es una observación que se está haciendo a nivel mundial", sostuvo Martín Bozzola, médico especialista universitario en alergia e inmunología clínica.
La alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV) lidera el ranking de los alérgenos. Si bien se considera que cualquier alimento puede causar alergia, existe un grupo al que denominan los "grandes ocho", que reúne a más del 90% de los casos. Está compuesto, además de por los lácteos, por el huevo, el trigo, la soja, el maní, pescados, mariscos y nueces (frutos secos).
Los síntomas de estos tipos de alergias comprenden un amplio espectro. "Pueden ir desde una urticaria (ronchas), eccemas o un shock alérgico (donde se pone en riesgo la vida del paciente) hasta síntomas similares al reflujo gastroesofágico, diarreas con detención del progreso de peso o deposiciones con sangre", explicó Bozzola.
Precisamente, cuando aparecen en los bebés síntomas de reflujo (irritabilidad, rechazo del alimento, arqueos hacia atrás del bebé por dolor, cambios de coloración y molestias generales que hacen que el niño se vea comprometido), que son más frecuentes que la APLV, se lo trata primero como tal. Sin embargo, si no se nota una mejoría, se sospecha de la alergia y se comienza la búsqueda de su diagnóstico. Para éste, es necesario que la madre que amamanta suspenda por completo la ingesta de lácteos y sus derivados.
"Es importante que como mamás no nos asustemos, pero hagamos escuchar nuestra inquietud, ya que suele pasar que nos tilden de miedosas o inexpertas. Pidamos al médico que descarte algún tipo de alergia, aunque sea para dejarnos tranquilas", afirmó Sandra Del Hoyo, mamá de tres niños, dos de los cuales tienen APLV, y presidenta de la asociación civil Red Inmunos, que lleva a cabo la difusión de información sobre esta alergia.
Los cuidados que se deben tener con un niño con este tipo de alergias son similares a los que enfrentan los celíacos: la exclusión total de la ingesta del alérgeno. Sin embargo, existen algunas dificultades a la hora de llevar a cabo esta dieta: las industrias alimentarias no están obligadas a informar si los alimentos que producen son aptos o no, es decir, si contienen el alérgeno en cuestión, sobre todo en trazas (restos invisibles que quedan por producir el bien en las mismas máquinas que otros que no son aptos).
Es por eso que Del Hoyo identifica tres necesidades urgentes para todos los que padecen esta enfermedad. Por un lado, "empresas de alimentos con BPM (buenas prácticas de manufacturas) y etiquetado claro y completo, con denuncia de alérgenos y trazas, con ley pero apelando a la responsabilidad social empresarial, para la calidad de los manejos posteriores a la ley y para llevarlo adelante en el mientras tanto".
Además hace falta que la medicina, tanto las obras sociales como las prepagas cubran las leches especiales que deben consumir los niños con estas alergias hasta más allá del Plan Materno Infantil (primer año de vida). Hoy, al no existir legislación que regule este tipo de enfermedad los padres apelan a distintos mecanismos, como tramitar un certificado de discapacidad para lograr la cobertura de estas fórmulas.
Y por último, "que las escuelas no nieguen matricular a los niños alérgicos, sino que abran sus puertas para poder incluirlos y recibir de la mamá, del profesional correspondiente, de asociaciones o de sus superiores las indicaciones y medidas de higiene y procedimiento"
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