Pero si no tengo la suerte de que mis palabras te alcancen, seguro alguien las recogerá en el camino, y así, ni mí tiempo (Que importa poco), ni tu memoria (Que importa mucho) habrán sido evocadas en vano. Te cuento que estoy leyendo y escuchando, no sin un dejo de tristeza, la palabra de aquellos que intentan traerte nuevamente a nuestros días, recordando el amor conmovedor que tenías por esos animales, que a tu lado sin dudas hacían de su vida algo más llevadero, pero que lo hacen con el sólo interés de impugnar una discusión ante el enorme cariño y admiración que te ha tenido siempre nuestro pueblo.
Son numerosos los recuerdos de aquellos que visitaban el zoo, y vos, con tu enorme sabiduría y felicidad por tu trabajo, que en realidad no era trabajo sino una pasión, les contabas la historia del animal y de la especie y entusiasmabas hasta el más indiferente. El Zoológico era tu casa, el Zoológico era tu vida querido Gabriel, y por eso no podes estar ausente de este debate.
¿Cómo ibas a estarlo, si pusiste tu pasión y tu tiempo, para hacer que cada animal pasara sus días de zoológico lo mejor posible?
Si te preocupabas por su salud, por su alimentación, por la infraestructura. Todo estaba en tu cabeza, no se te escapaba un detalle.
Tu amor por esos animales era inmenso, y a tu manera los cuidabas, y con lo que estuviera a tu alcance, los protegías.
¡Qué lástima Don Gabriel, que recién hoy, a tantos años de tu partida, se acuerden de vos!No se acordaron de tu inmenso trabajo, cuando por negligencia del municipio, se incendió el museo que tanto esmero te mereció.
Tampoco te recordaron en estos tantos últimos años donde tu querido zoológico se asemeja más a un depósito de animales, por el estado penoso al que los están sometiendo, que a tu zoológico.Tu zoológico ya no se parece a tu zoológico, porque vos nunca hubieses abandonado al olvido a tus animales, como tampoco yo lo haría con Apolo, Flick y el Negro, mis amigos caninos. Cualquier corazón noble tampoco lo haría, pero lamentablemente, hoy tus queridos animales sufren tu ausencia.
Lamento decirte, Gabriel, que tus tiempos han quedado lejanos, y que además, muchas cosas nos ha traído la historia y el futuro. Quizás aquella idea tuya, noble y solidaria, ya no tenga mucha razón de ser.Por eso espero que tu gran amor por los animales nos ilumine y nos oriente en la búsqueda de un nuevo camino, acorde a los tiempos que vivimos, con cariño y solidaridad por aquellos seres que te desvelaron y cautivaron.
Mi afectuoso saludo, maestro.
Gabriel Erviti.
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