El propietario del pirigundin sacó de sus funciones administrativas al "Ombú" porque siempre que faltaba por vacaciones se mandaba una "cag..." y lo mandó a "copear" al mostrador y hacer relaciones públicas con los propietarios de otros bares.
También recriminó arduamente a "cacho el bailador" y le señaló que no se meta en el despacho de bebidas, la cancha de bochas, el juego de sapo, sobresueldos a los mozos, la cancha de taba y que se dedique nada más en llevar los gastos y la libreta negra del copeo de los parroquianos que pagan por mes.
Al que se vió más tranquilo fue al "Pavo" que para despuntar el vicio tomó la guitarra eléctrica y se mando una cumbia titulada "no me toquen la cola" y ahí nomás se armo un baile que duro como fiesta gitana varios días.
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