En este sentido damos algunos ejemplos. En un geriátrico de calle 23, dos empleadas dejan estacionada las bicicletas recién compradas frente a la puerta de su trabajo. Cinco minutos después desaparecen. En las puertas del un supermercado céntrico ubicado por calle 20 dejan dos bicicletas nuevas y sus usuarios ingresan a realizar sus compras. Al salir los bicirodados desaparecieron. Los hechos se repiten casi diariamente en distintos lugares de la ciudad.
En Colón puede ser que el destino de las bicicletas sean tres. Si el delincuente es un principiante y no cuenta con una organización que este detrás de su persona seguramente terminará vendiéndola en la calle por el 20 o 30 por ciento de su valor establecido en un comercio del rubro. Sin embargo, en nuestra ciudad y por los casos que se están dando se puede decir que existe detrás de cada hurto o robo una pequeña organización delictiva. Los delitos se cometen con bicicletas recién compradas y es muy posible que ingresen al circuito comercial legal en alguna otra localidad cercana. Los delincuentes obtendrían en este caso un 40 o 50 por ciento de su valor de mercado.
La estructura de la organización sería muy simple. En primer lugar estarían los "levantadores" que serían menores de edad (de entre 12 y 15 años) que se podrían distinguir en las calles cuando andan en bicicleta de a dos o recorren las calles céntricas a pié esperando dar el golpe en un delito muy fácil de cometer. Los menores recibirían entre 40 o 50 pesos por unidad y serían compradas por un reducidor encargado de "negociar" el rodado con compradores que tendrían fachada "legal". En Colón en los últimos diez años se han robado más de 3 mil bicicletas. Un número difícil de llegar si no existe una organización delictiva para cometerla y una boca o varias bocas de expendio para venderlas al público.
Delito menor
Un diario de Pehaujó indica "Es un delito penado por la ley, pero además, conlleva el agravante de que, generalmente, quienes se desplazan en bicicleta son trabajadores que recurren a ese vehículo porque es económico; amas de casa que generalmente viven muy lejos de la zona céntrica a la que deben dirigirse para los más diversos trámites; alumnos de diversos niveles educacionales, es decir, personas que ante la falta de ese medio de movilidad ven sumamente dificultadas sus actividades cotidianas, algo que el damnificado debe tener en cuenta, ejerciendo su derecho a denunciar como la ley lo establece, como lo debe tener en cuenta quien está a cargo de recepcionar la denuncia (hubo tiempos en que se anotaba en un cuaderno y en caso de que apareciera alguna bicicleta robada, se llamaba al presunto propietario) y finalmente la Justicia, sopesando todas estas circunstancias, penar al ladrón en consecuencia.
Sin duda que se trata de un delito del que se puede zafar de la ley con bastante facilidad, porque son elementos que se pueden "reducir" rápidamente de las más diversas formas, dificultando con ello la investigación. También es cierto que si la enorme cantidad de robos de bicicletas se van a sumar a los miles de casos delictivos que investiga la Justicia, ya desbordada, se volvería todo más lento aún, pero en algún momento se debe hacer algo para que los ladrones no sigan creyendo que es impune robar bicicletas, y los damnificados puedan, al fin, sentir que su esfuerzo por adquirir un rodado para concurrir al trabajo no se siga convirtiendo en impotencia y frustración".
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