El lunes se abrió la semana con una caminata, desde El Museo de la Ciudad por calle 47 hasta el patio del Artista. También hubo una tertulia en Resto Bar el día miércoles y el viernes se llevará a cabo una kermeses en el Gimnasio Parroquial. Historia En la primer semana de octubre se celebra en nuestro país la Semana del Discapacitado (o de la "no- discriminación). Más allá del marco legal que avala la igualdad entre todos los hombres, es importante entender que la "no discriminación" pasa sobre todas las cosas por la actitud de cada uno ante el prójimo.
Los derechos de una persona a no ser discriminada por ninguna causa están avalados por nuestra Constitución Nacional, que da protección a todas las personas y adopta medidas contra quienes realicen actos discriminatorios por cuestiones de ideologías, raza, religión, sexo, nacionalidad o situación socio-económica.
Pero esta protección no se da sólo en nuestro país, ya que la mayoría de los países del mundo suscribieron la “Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad”. Este tratado internacional define a la discapacidad como una deficiencia física, mental o sensorial, sea temporal o permanente limitando la capacidad de ejercer una o más actividades esenciales de la vida diaria.
Y acerca de la discriminación dice que existirá cuando se excluya a estas personas, o se les restrinja algo o se las distinga por esta causa con el fin de impedirles o anularles el reconocimiento, goce o ejercicio de algún derecho, con fundamento en su discapacidad. Nuestro país suscribió esta Convención aprobando la Ley 25.280.
Queda claro entonces que el marco legal adecuado para evitar la discriminación ya existe. Sin embargo, debemos seguir poniendo énfasis en el respeto y en el trato de todos los días de los hombres en general, cada uno entre quienes lo rodean, cuidando el propio comportamiento y evitando los actos propios que causan daño al espíritu ajeno.
No es fácil. Pero no hay opción; para convivir en armonía, la única clave es saber ponerse en el lugar del otro, sentir lo que él siente. Y ésta no es, lamentablemente, una práctica constante.
La igualdad por sobre todas las cosas, suele pregonarse, pero no se ve así en la práctica, en el trato a los ancianos, a los hombres de diferentes razas, de religiones diversas, de niños, de mujeres, de discapacitados, de enfermos, de personas en condiciones socio- económicas y/o culturales diferentes. Es que para lograr una situación de real igualdad, debemos reflexionar en todo momento, y no sólo ante aquellos hechos extraordinarios que nos tocan el corazón.
Pensar siempre en el prójimo, ponernos en su lugar. Allí está la clave. Esta semana es una buena ocasión para asumir y transmitir esta necesidad.
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