(GEI/AEN) –A través de una experiencia científica, investigadores del INTA lograron producir huevos enriquecidos con ácidos grasos omega-3 (n-3) a través de la modificación de la alimentación de las gallinas ponedoras, al incorporarle materias primas locales con alto valor de esos ácidos grasos. “La población occidental presenta un déficit en el consumo de n-3 como consecuencia del cambio de hábitos alimentarios, por eso existe un desbalance entre la cantidad de omega-3 y omega-6 que consumimos”, aseguró la coordinadora de la investigación del INTA Concepción del Uruguay, Claudia Gallinger. Motivados por esta inquietud, el grupo de científicos del organismo y de diferentes universidades nacionales decidieron incorporar n-3 en la dieta que se suministra a las ponedoras, a través de materias primas de disponibilidad local como las semillas y el aceite de lino, de colza y de chía. El experimento permitió a los investigadores aumentar cinco veces la cantidad de omega 3 en los huevos al utilizar lino en la alimentación y, por otro lado, pudieron aumentarla cinco veces en aquellos casos donde se utilizaron semillas de chía. Huevos enriquecidos Según la Organización Mundial de la Salud, los Omega-3 son ácidos grasos poliinsaturados que, a diferencia de las grasas saturadas y las trans saturadas, son necesarias y beneficiosas para los seres humanos ya que permiten reducir los riesgos vinculados a enfermedades cardiovasculares, arteriosclerosis, artritis, y otras enfermedades autoinmunes. A estos componentes también se las denomina grasas esenciales ya que no pueden ser sintetizados por el organismo y, en su defecto, deben ser incorporados en cantidad suficiente a través de la alimentación o de suplementos dietarios. En la misma línea, las fuentes más ricas en Omega-3 son los peces de aguas frías (en mayor medida los de agua salada), aunque también hay fuentes alternativas que son de origen vegetal como la chía, el lino, las semillas de calabaza y las de colza. Valor agregado Los investigadores llevaron a cabo ocho tratamientos diferenciados en función de los alimentos que se suministraron a los animales, recolectaron huevos al final de cada periodo de alimentación y evaluaron su peso y el de las yemas para determinar el contenido de lípidos y su perfil en ácidos grasos. Al tener en cuenta que un huevo normal aporta 140 miligramos de n-3, los investigadores hallaron que, a partir de los tratamientos con semilla y aceites de lino, se pudo incrementar tres veces la cantidad de Omega-3 (hasta 400 miligramos) en la producción. Mientras que, al utilizar aceite y semillas de chía, el valor se multiplicó por cinco (entre 735 y 740 miligramos).
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