En aquel momento, las economías centrales ya estaban en crisis pero hoy, a más de dos años de esa decisión, la situación parece agravarse. ¿Fue casualidad esta designación o se estaba pensando en difundir de verdad una forma de gestión económica absolutamente diferente que el modelo de negocios global que hace crujir a la economía mundial?
La pregunta es oportuna porque los cooperativistas tenemos mucha experiencia en cuanto a recibir reconocimientos discursivos, felicitaciones de compromiso y apoyos formales, pero al mismo tiempo debemos pagar las consecuencias de ir contra la corriente a la hora de decidir cómo gestionar nuestros emprendimientos.
Es que mientras las cooperativas gestionan todo tipo de actividades económicas en base a un modelo principista y ético, por el cual las decisiones se establecen en forma democrática y teniendo en cuenta en cada acto los intereses comunitarios que dan sustento a nuestras entidades, los organismos internacionales siguen promoviendo modelos económicos basados en la especulación financiera y la apropiación de riqueza por parte de un puñado de corporaciones internacionales.
Mientras se celebra nuestro año internacional, asistimos a la presión que imponen los organismos de crédito a los países en crisis para que ajusten sus economías. Les ordenan que recorten el mal llamado "gasto” social, al tiempo que destinan miles de millones de euros o dólares, según el caso, a salvar a los bancos que lucraron, y siguen lucrando, con la especulación y las burbujas financieras. Se profundiza de este modo un modelo económico que está llevando al planeta a un punto de colapso en dónde el límite pareciera ser la supervivencia de la raza humana, en la medida que se destruye el medio ambiente y se siguen derrochando los recursos naturales.
El cooperativismo está en condiciones de ofrecer una alternativa real y concreta, probada en casi todos los países de mundo, con experiencia acumulada durante más de un siglo y medio, y con el respaldo de mil millones de personas vinculadas a entidades de la economía social en todo el mundo. Es nuestra responsabilidad redoblar esfuerzos para hacer llegar a todo el planeta la fuerza de los principios y valores solidarios que guían nuestro accionar cotidiano, pero también es indispensable que desde los estratos gobiernos del mundo se tome conciencia de lo trascendente que resulta determinar un nuevo modelo de convivencia en el mundo.
La decisión de Naciones Unidas de dedicar este año a la difusión del cooperativismo es una buena noticia, digna de ser valorada. Y para quienes militamos en el cooperativismo eléctrico el compromiso es doble, ya que la ONU también asignó a 2012 el carácter de Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos. Pero si al mismo tiempo, los organismos internacionales se empeñan en defender los intereses de los especuladores por sobre las necesidades de los pueblos, lejos se está de promover de verdad la economía solidaria.
La encrucijada mundial es definitiva: seguir exprimiendo al planeta para que unos pocos se enriquezcan cada día más y miles de millones de personas no puedan acceder a derechos esenciales, o iniciar un nuevo camino en el que los principios cooperativos sean una referencia ineludible para las nuevas generaciones en procura de una mejor calidad de vida para toda la humanidad. Comenzar a recorrerlo sería la mejor manera de conmemorar el Día Internacional de las Cooperativas.
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