El juego colectivo brilla por su ausencia pero las individualidades lo suplantan…”. Esta vez ninguna de las dos cosas aparecieron. Y el principal responsable del empate contra Guillermo Brown es Matias Almeyda. Era un rival accesible pero “un exceso de confianza le puede jugar una mala pasada” vaticinábamos una semana atrás. Y fue lo que sucedió.
Cuando el Monumental era una fiesta al revertir el resultado con los goles de Cavenaghi y Villalba, apareció Hernán Zanni para silenciar a los miles de hinchas millonarios presentes.
Pero ese gol fue concebido por culpa de los jugadores y en especial del entrenador de River. El equipo ganaba dos a uno y no cerró el partido. Basta repasar la sucesión de errores tácticos.
Sánchez lanzado al ataque asiste a Domínguez quien pierde la pelota. Ponzio, único volante de marca, en vez de ocupar la posición entre los centrales también estaba adelantado. En consecuencia el mediocampo fue tránsito libre para la visita en la jugada previa. Zanni picó al vacío y definió ingresando al área.
Ausencia de Juan Manuel Díaz (lateral izquierdo) y Ramiro Funes Mori (zaguero central). La jugada demuestra lo mal parado que estaba el equipo. Tanto es así que el que intenta cerrar estérilmente es el “Keko” Villalba.
Almeyda se equivocó. Jamás puso un 4-4-2 y confundió poblar hombres ofensivos y delanteros con desequilibro. Terminó el encuentro con Cavenaghi, Trezeguet, Domínguez, Rogelio Funes Mori y Villalba. Cinco delanteros. La consecuencia fue la pérdida de dos puntos vitales para el ascenso.
Ahora se jugará una final visitando a Rosario Central. Rival duro que arrastra siete victorias consecutivas en donde sólo le han convertido un gol. A diferencia de River, Pizzi modificó lo que muchas veces lo llevó a perder puntos. Una vez que saca la ventaja intenta cerrar el partido.
Se vienen variantes en el once titular. Vella suspendido por llegar a la quinta amarilla no estará. Díaz con una pubilagia tampoco. Volverá el “Maestrico” González y el “Chori” Domínguez acompañará a Cavenaghi y Trezeguet. Una formación pensada para tener la pelota. Sino consigue ese objetivo la pasará mal porque el adversario sabe aprovechar los momentos y tiene una gran preparación física que hace que juegue los partidos con intensidad hasta el pitazo final del árbitro.
Una de las definiciones de inteligencia, es la capacidad para resolver problemas. Veremos si Almeyda es inteligente y logra salir de su propio laberinto…
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