Una vez más no supo ni pudo ganar. Cometió viejos errores y los pagó caro. Tampoco aprovechó el hombre de menos con el que se quedó el rival por la expulsión de Briones. Ganaba uno a cero con gol de Alejandro Domínguez de penal (bien sancionado por Lunati). Pero Almeyda leyó mal el desarrollo del juego. A los 13’ del segundo tiempo decidió mandar a la cancha a Lucas Ocampos por Carlos Sánchez. Descompensó la defensa. Y le faltó marca en el mediocampo.
Párrafo aparte para el egoísmo del “Chori” y Cavenaghi para con David Trezeguet. Será difícil que lo reconozcan en público pero a medida que pasan los encuentros queda más en evidencia. Los dos se abastecen mutuamente y rara vez lo incluyen en el circuito futbolístico al franco-argentino. Sucedió contra Huracán, Instituto y Aldosivi, por citar algunos partidos.
Almeyda luce confundido. Su cara de asombro luego del gol de Gigli lo demostró. Su equipo no tiene una idea de juego. Ahora deberá demostrar cómo responde a la presión de compartir el segundo lugar con Rosario Central que ganó cuatro partidos consecutivos. El canaya lo recibirá dentro de tres fechas en el Gigante de Arroyito en lo que será una verdadera final por el ascenso directo.
Antes River deberá ser local contra Gimnasia de Jujuy, visitar a Atlético Tucumán y recibir a Guillermo Brown de Puerto Madryn. Ninguno será accesible. Todos son complicados. Pero River aún no pudo vencer al rival mas temible que es nada mas y nada menos que a sí mismo. No pisó fuerte en la categoría y en consecuencia surgen miedos que hacen peligrar su vuelta a la máxima categoría.
El margen se va achicando. Quedan siete fechas. Instituto parece no caerse y volvió a sacar una luz de diferencia. Central gana y suma. Tres ilusiones para dos lugares. Si Almeyda no sale de su laberinto de confusiones y faltas de ideas River pagará las consecuencias.
|