Era claro el objetivo, y era claro quienes se interponían con sus planes de opresión al pueblo. En las décadas del 40 y 50 con el gobierno de Juan Perón, la clase trabajadora encontró un interlocutor más que válido para sus reclamos. Fue con él que empezó a gestarse este vínculo inquebrantable entre la clase trabajadora y la organización sindical.
La clase obrera no solo fue valorada desde un lugar inédito en nuestra historia, sino que además pasó a ser protagonista de la transformación social en marcha. Fue fundamental en el proceso de búsqueda de la justicia social en nuestro pueblo.
Es así que en aquellos años se fue gestando este vínculo profundo entre los trabajadores y la búsqueda inclaudicable de la justicia social.
Las políticas de la dictadura genocida del 76 tuvieron como centro el desguace de la organización sindical. De esta manera dieron origen a una persecución inusitada.
Derogaron la Ley de Contrato de Trabajo y sancionaron la ley 21.400, que prohibía la acción sindical directa, intervinieron sindicatos, la CGT, las 62 organizaciones peronistas, y persiguieron y desaparecieron a miles de trabajadores. Así como también separaron las obras sociales de los sindicatos con el pretexto de que los sindicalistas las saqueaban en beneficio propio.
El acoso, amenaza e intimidación a los trabajadores era constante, y el desguace de empresas, con su consecuente saldo de trabajadores en la calle, descomunal.
La población asalariada, que en 1975 superaba los 6.000.000 de personas, cayó a menos de 5.000.000 en 1982.
Los sindicatos eran para la dictadura un gran problema. Se encargaban de repartir y repetir por todos lados, “lo corruptos” que eran los dirigentes sindicales, para sembrar la semilla de la desconfianza en el pueblo en general, y en los afiliados en particular.
Tal parece que no les dio buen resultado ya que cuando desde la misma cúpula de la dictadura se dio el cese a las afiliaciones, apostando a que no se vuelvan a afiliar los trabajadores, fracasaron, porque el porcentaje de reafiliación fue altísimo.
El movimiento obrero organizado no claudicaba en su lucha a pesar de la presión, prisión y desaparición de compañeros.
Fue así que un 27 de abril, el de 1979, un gran sector del movimiento obrero, el sector conocido como “Comisión de los 25”, lleva adelante esta huelga general contra la dictadura militar que tiene un acatamiento de entre un 50%, 75%.
Esta fue la primera gran movilización contra la dictadura militar, y si bien no alcanzo para determinar el fin de la dictadura, si fue muy importante para desbloquear el blindaje que la dictadura hasta ese momento en gran parte tenía. Fue muy importante para dar a conocer en todas partes lo que en nuestro país pasaba.
Y además, marcaría el comienzo de una tenaz resistencia, cuyas mayores manifestaciones podemos encontrar en la movilización bajo la consigna”Paz, pan y trabajo” del 7 de noviembre del 81, y “La patria convoca al pueblo” del 30 de marzo del 82. Es necesario que recordemos estas gestas heroicas de nuestro pueblo, que reconozcamos a quienes lucharon incansablemente por los derechos de los trabajadores, cuya conciencia “es lo único que puede hacer grande e inmortal al país” como dijo Perón.
Nosotros, como jóvenes, debemos recordar estas fechas que nos darán fuerza en momentos difíciles, nos llenan de responsabilidad y dan sentido a lo que venimos haciendo y queremos construir. Recordamos, porque nos reencontramos en esas luchas, no venimos a inventar nada, somos herederos de una tradición y levantamos las banderas que les arrancaron a nuestros compañeros de las manos. Que son las banderas de siempre, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política en nuestra patria.
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