(GEI/AEN) –La relación entre estrés y desórdenes alimentarios fue tema de diversos estudios que intentaron descifrar los mecanismos por los cuales, en determinadas circunstancias tensionantes, algunas personas adelgazan y otras engordan. Algunos calman la ansiedad en la ingesta desmedida de comida; a otros, por el contrario, se les cierra el apetito.
Los índices, según la Organización Mundial de la Salud, reflejan que el 65% de la población mundial vive en países donde el sobrepeso se cobra más vidas que las deficiencias nutricionales. En este sentido, un grupo de investigadores del Imbice (CIC – Conicet) publicó un trabajo acerca de los circuitos neuronales involucrados.
El equipo, encabezado por el doctor Mario Perelló, descubrió a partir de pruebas en ratones que una misma hormona llamada ghrelina actúa a nivel cerebral tanto sobre el estrés como el apetito, y es por eso que ambas cuestiones están estrechamente ligadas.
Esta hormona, que es producida por el estómago y transportada por la sangre, regula las dos razones por las cuales comemos: para ingerir calorías y por placer. Al mismo tiempo, influye sobre los estados de ánimo negativos, como el estrés, la ansiedad y la depresión. Toda esta multiplicidad de influencias confluyen en un mismo lugar: el hipotálamo.
¿La solución? En épocas de estrés aumenta la cantidad de ghrelina en sangre, intensificándose el apetito, no por necesidad, sino por placer o ansiedad. Para evitarlo, sólo habría que inhibir el papel de la ghrelina, aunque eso podría acarrear severos efectos adversos.
“Dado que la ghrelina regula el apetito y la respuesta al estrés, si la frenamos afectaríamos no sólo la ingesta de alimento, sino también los estados de ánimo negativos, y se incrementaría la sensibilidad a sufrirlos”, explicó Perelló, y agregó que desde la industria farmacéutica ya hay quienes están trabajando en medicamentos sobre la ghrelina. Los estudios realizados consistieron en someter a ratones a situaciones de estrés e inyectarles la hormona.
Actualmente, el equipo está abocado a determinar en detalle los mecanismos celulares y moleculares a través de los cuales la hormona actúa en el cerebro. La intención del grupo de investigadores es disociar sus dos funciones para poder controlar la acción que tiene sobre el hambre sin profundizar el estrés.
Además de Perelló, bioquímico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), participan de las investigaciones la licenciada Agustina Cabral, de la Comisión de Investigaciones Cinetíficas junto a la doctora Olga Suescun y el doctor Jeffrey Zigman.
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